SOCIEDAD

Los padres de bebés prematuros con secuelas "echan en falta ayudas" en casa

efe
photo_camera Un bebé prematuro.

La prematuridad "no es una enfermedad es una situación a la que se llega por nacer antes de tiempo y es un problema de relevancia mundial

Treinta y siete semanas es la edad gestacional en la que un bebé se considera prematuro, gran prematuro por debajo de treinta y dos, una situación que afecta al menos a diez de cada cien niños que nacen en el mundo en países desarrollados y que ya representa un "problema de salud pública".

"Lo que los padres echan en falta cuando se van para casa son ayudas que se pueden necesitar si surgen problemas de aprendizaje o de discapacidad, y eso es lo que todavía seguramente necesita mejorar", asegura en una entrevista el jefe de la Unidad de Neonatología del Hospital Teresa Herrera-Materno Infantil de A Coruña, José Luis Fernández Trisac.

La prematuridad "no es una enfermedad, como el cáncer, es una situación a la que se llega por nacer antes de tiempo y es un problema de relevancia mundial en el que no hemos conseguido mejorar las cifras durante muchos años", enfatiza.

No es infrecuente que las primeras gestaciones se produzcan con más de 40 años, la media se sitúa en treinta y muchos, sostiene, y los hábitos de vida, el estrés, el trabajo, en definitiva, el "momento histórico en el que estamos en estos países" no augura que "las previsiones a corto plazo sean halagüeñas" porque "es difícil que podamos cambiar esto en nuestra sociedad".

En todo caso, la situación "mejorará", asevera Trisac, cuando se pueda prevenir o evitar el parto prematuro, provocado también en gran medida por la infección de la placenta, y si bien la supervivencia ya lo ha hecho, no ha ocurrido lo mismo con "los problemas que pueden plantear algunos de estos niños", que hoy celebran por primera vez en Galicia el Día Mundial del Niño Prematuro, cuya efeméride es el próximo 17 de noviembre.

Unos setenta pequeños de hasta tres años, también alguno de ocho y de quince, han participado con sus familias este mediodía en un acto en la Fundación María José Jove con profesionales médicos, en el que se han intercambiado opiniones sobre los temas más comunes a los que se tienen que enfrentar durante todo el proceso de cuidados y atenciones médicas que requieren estos niños.

El método canguro, la alimentación de los recién nacidos, la implicación de las familias en los cuidados y los problemas en el seguimiento del bebé centran las experiencias de los padres ante la prematuridad, "un problema de salud pública hoy en día que hay que afrontar como tal, con recursos en todos los aspectos", asevera a Efe Alejandro Ávila, médico adjunto de esta Unidad de Neonatología.

Un control estricto del embarazo, que en España "es excepcional", invertir en investigación, en formación, en fármacos y en "condiciones laborales óptimas" para que las madres puedan compatibilizar esta situación con su trabajo, ya que "a veces en este sentido tienen dificultades y eso tampoco es justo", son medidas que pueden favorecer la prevención de este tipo de partos.

En general, la percepción social del prematuro es la de un bebé pequeño, pero no es lo mismo que nazca con 35 semanas que con 28, y por ello Ávila cree que este problema "probablemente no se trata con la dimensión que merece".

La diferencia entre el prematuro y el gran prematuro radica en la madurez, en los recursos para estrategias preventivas, todo lo que supone el ingreso en el momento del nacimiento, pues el tiempo medio roza los dos meses, "y no hay que olvidarse de lo que viene después, pues los padres necesitan recursos", no solo los sanitarios sino también de apoyo en domicilio o para afrontar una discapacidad.

En España nacen 30.000 niños prematuros al año -8 % de los partos-, una cifra que en Galicia se sitúa en dos mil bebés, y de estos prematuros casi la mitad nacen en el complejo hospitalario coruñés, que atiende partos también de otras ciudades y comunidades.

De ellos, el 12 por ciento son grandes prematuros, con menos de 32 semanas y 1.500 gramos de peso, detalla el médico, mientras que un niño que nace a término, a las 40 semanas, tiene un peso normal de 3,5 kilos.

El cerebro, el pulmón, la retina y el intestino son los cuatro órganos con mayores riesgos y que pueden presentar grandes secuelas como parálisis cerebral, pulmón crónico, de intestino más corto o ceguera, por lo que "el gran caballo de batalla no es ya la mortalidad sino la morbilidad" de estos niños, añade este médico.

La supervivencia libre de morbilidad, que no presenta secuelas mayores, por debajo de las 32 semanas es de un 80 %, lo que representa "un buen dato pero no para tirar las campanas al vuelo" porque hay un 20 % de niños que no lo logran.

Pese a ello, en A Coruña hay "supervivientes con un peso por debajo de los 500 gramos", aunque la mayoría de los bebes de esta edad gestacional tiene secuelas "tan heterogéneas que pueden ir desde necesitar gafas hasta una parálisis cerebral".

Te puede interesar