El vino y el pan son alimentos básicos de los peregrinos medievales, que en ocasiones ingieren ribeiro en exceso y se dejan arrastrar a disputas funestas. Hasta muertes hubo ante el altar mayor del Apóstol de la catedral compostelana.

Pena y pecado en el Camino

El vino y el pan son alimentos básicos de los peregrinos medievales
El cultivo del vino comienza en Galicia con la llegada de los romanos, que plantan las primeras cepas en Valdeorras.
Pronto harían lo mismo en la Ribeira Sacra, O Ribeiro, Ulla y Salnés. Pero su gran expansión se produce a partir del siglo X de manos de la Iglesia, que precisa de este producto valorado no sólo para oficiar misa sino para hacer negocio atendiendo a la creciente demanda de consumo, ya que el vino, junto con el pan, se convierte en alimento básico en la dieta de los gallegos; el resto -carne, grasa, pescado, vegetales y huevos- es companagium, acompañamiento o guarnición accesoria y, en todo caso, reservada a las clases pudientes. Los monjes de Oseira, Melón (con una bodega afamada) y San Clodio se preocupan de plantar extensos viñedos en O Ribeiro y los de Montederramo en Monterrei. Ribadavia se transforma entonces en centro activo de viñas y bodegas en las que trabajan monjes y campesinos al servicio de nobles, cabildos y monasterios.

El vino producido en O Ribeiro tiene como principal destino el gran mercado vinatero de Santiago. Gran parte continúa viaje hacia A Coruña, a donde arriban navíos con peregrinos, que de vuelta cargan también con barriles de blanco Ribeiro para saciar la importante demanda de los mercados ingleses. Durante un año no jubilar son unos veinticinco los barcos que hacen ese doble negocio; en Año Santo llegan a cien.


PILLOS Y TABERNERAS

Los peregrinos son víctimas propicias de los abusos de los mesoneros, que les dan a probar vino bueno y después venden el malo, usan medidas falsas o echan agua en el jarro, lo cual es considerado pecado muy grave que sólo el obispo puede perdonar. Incluso, como documenta Francisco Singul en 'Vino y cultura medieval: Galicia y los Caminos de Santiago', hay posaderos que emborrachan al peregrino para robarle. Además, este puede toparse con los peligros carnales en las tabernas, atendidas en su mayoría por mujeres de doble vida.

El consumo irracional de vino durante las largas vigilias nocturnas en el interior de la catedral compostelana, donde incluso se come y bebe, provoca refriegas con heridos y hasta muertos (dos en el siglo XIV) ante el altar mayor. Después de tales sacrilegios, el papa Inocencio III concede que el arzobispo o un delegado de este pueda reconsagrar el templo rociándolo con agua bendita y el símbolo (y bebida, y alimento) por excelencia, el vino.

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