Los coches retirados de las calles por los agentes de la Policía Local de O Barco comenzaron a abandonar el depósito municipal donde fueron dejados hace años, cuando aún existía alguna esperanza de que sus propietarios apareciesen a recogerlos. En los últimos días, cinco de ellos fueron transportados hacia el desguace. Entre ellos, el que conducía Martin Verfondern, el holandés de Santoalla (Petín), el día en que fue asesinado en 2010. El Juzgado y su viuda, Margo Pool, autorizaron su destrucción.
En estos momentos, los esfuerzos de los policías barquenses se centran en completar los laboriosos trámites que permitirán enviar al desguace los 15 vehículos restantes. No es sencillo. Algunos pertenecen a empresas que ya no existen y otros son propiedad de personas que los agentes no consiguen localizar. Los coches permanecieron años en el depósito municipal. El enorme tiempo transcurrido hace difícil pensar en que alguno podría ser reclamado. Sobre todo por el precio que deberían pagar sus titulares. La tasa de retirada no es excesivamente cara, pues está fijada en 60 euros, pero además, si alguien desea recuperar su vehículo deberá abonar, a mayores, 4 euros por día, o lo que es lo mismo: 1.460 euros por año. Sin duda, más de lo que cuesta cualquiera de ellos.
Después de numerosas notificaciones y trámites, el expediente de cada uno de los vehículos debe aparecer publicado en el Boletín Oficial del Estado, un paso obligado para su posterior traslado al desguace. La gran mayoría serán llevados como residuos sólidos urbanos (RSU), el resto será chatarra.
El vaciado del depósito municipal de vehículos del Concello, ubicado en el recinto del antiguo matadero, fue acometido por la Policía Local para que dejen sitio a otros. No son muchos, al menos en estos momentos, los que deberá retirada de las vías públicas de la villa, no superando la media decena su total, según informó.
