Aceites con azafrán y leches aguadas

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Hubo un tiempo en el que los organismos oficiales estaban obligados, no solo a redactar la Memoria anual de sus actividades, sino también a publicarla para que pudieran llegar a los ciudadanos. Entre esos organismos estaba el Laboratorio municipal encargado de cuidar la higiene y salud de los vecinos. Entre los cometidos de los Laboratorios municipales estaban los análisis de las aguas y los alimentos, vigilaban la higiene de las enfermedades infecciosas, los bares, las fábricas de alimentos, los mataderos, las fondas o las fuentes. Don José Fernández Marto, que dirigía el Laboratorio en 1916 y redacta la Memoria del año anterior de la que nos ocupamos aquí, comienza por lamentarse del poco presupuesto con el que cuenta para hacer su labor y critica que el Ayuntamiento le dedique solo 8.205 pesetas, mientras que para la música destina 20.297. Gran parte de la Memoria se convertirá en un lamento sobre la escasez de recursos, comparándolo con frecuencia con los que el ayuntamiento de Madrid dedica a su Laboratorio municipal.

De los vinos analizados el pasado año -informa don José- 209 resultaron estar en buen estado, 89 tenían exceso de sulfatos y 14 estaban bastante aguados. De las leches analizadas, 39 eran buenas, 65 tenían agua en abundancia (las lecheras que repartían la leche a domicilio tenían fama de “engordar” la leche con agua y otros productos). Los aceites se pasaban en contenido de azafrán. Además el Laboratorio analizó 26 esputos y 108 orinas de humanos.

FUENTES HERMOSAS Y POCO FIABLES

Uno de las principales cometidos del Laboratorio era el análisis de las fuentes públicas todos los meses. De ella se nutrían los vecinos a los que no llegaba el agua a su casa, que eran la mayoría. La de la Plaza del Hierro, cuyo manantial está en la llamada Fuente del Monte en la carretera de Trives en una mina subterránea de 40 metros de profundidad, estaba expuesta a la contaminación durante el recorrido que hace hasta llegar a la fuente por canales de piedra por cuyas juntas se cuelan materias no deseadas, sobre todo por la Avenida de Buenos Aires. La fuente de San Cosme también nacía pura y acababa contaminada. Para la fuente del Rey don José no tiene piedad. “Es un agua francamente mala que no soporta el mas mínimo análisis al estar en el centro de la ciudad y formar parte del edificio en el que se encuentra el “Café Regional” (hoy “La Coruñesa”). La Fuente Nueva era una fuente especialmente utilizada por los vecinos próximos, pero en el momento de redactar la Memoria estaba en obras. Después del demoledor análisis de las fuentes públicas el redactor de la Memoria solicita a las autoridades que se construya un matadero moderno “porque el que hay es detestable y produce sonrojo”, dice. Avisa también del peligro de las matanzas de cerdos en los domicilios, para los que pide otro matadero. Por supuesto don José insiste en que necesita más personal. Lo dicho, un continuo lamento.

(Fondo Biblioteca Diputación). 

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