Gaita y gaiteros

Un gaiteiro.
Siempre olvidamos que hay un instrumento más antiguo, español y universal que la guitarra, la gaita, cuyo sonido nos descubre nuestra propia alma, agreste o dulce, como un cuchillo que corta el aire para dejar una herida azul muy visible.
La gaita está en toda Europa, medio Oriente y buena parte de Asia. En España se toca no sólo en Galicia o Asturias, sino en casi todo el país, empezando por Cantabria. Los gaiteros son gentes singulares, lucidos, pagados de su poder con ese instrumento para el amor y la guerra. El gaitero hace cantar y bailar, a veces hace llorar, reír y, si lo desea, luchar fieramente. Hay poca literatura sobre el poder hipnótico de estos músicos. Probablemente el Flautista de Hamelín era gaitero y Don Juan hacía vibrar el instrumento para enamorar novicias.

En tiempos precristianos, en el libro de Daniel, se hablaba de las primeras gaitas, las supomya. Después, Nerón, las usaba para inspirar sus composiciones poéticas y, a veces, para condenar o salvar vidas haciendo que rugieran a muerte o perdón. En el siglo XX los escoceses presumieron de ser los mejores gaiteros del mundo, algo que desmintió un hombre impresionante, que desmayaba mujeres solamente hinchando el fol de su gaita, Avelino Cachafeiro Bugallo (1899-1972), el Gaitero de Soutelo de Montes, en Forcarei.

Es una leyenda a la que rinden homenaje en agosto centenares de músicos de todo el mundo que van a Soutelo no sólo a competir con sus gaitas, sino a enamorar a quienes desean.

Ahora que también hay mujeres gaiteras, se les ve competir entre ellas para enloquecer a los gaiteros, aunque finalmente ellos y ellas establecen singulares combates de sonidos amorosos que los dejan exhaustos, mientras bombos y tambores repican a procreación.

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