Martina

Una mujer ve abrirse la puerta de la libertad cuando asume que su marido ha muerto. Se lo cuenta al espejo, que es su confidente, pero también el que devuelve los secretos para confirmar lo que ellos esconden.
Cuéntame un secreto. Y ella cantó bajito, para que nadie desde fuera se enterase.

La sonrisa le estalló en la boca frente al espejo confidente, único testigo de secretos y verdades, de sorpresas, de alegrías, de tristezas y de muchas rutinas. Saltando como las notas que vuelan desde un violín en el alegro, las letras construyeron las palabras para poder decir: ‘Mi marido ha muerto’.

Abrió la puerta del cuarto de baño y, por primera vez, salió sin miedo, pisando fuerte, con la maleta hecha y el corazón libre. Sesenta y ocho años y una vida por delante.

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