Aquellos primeros días....

Testimonios de aquellos primeros días de la Guerra Civil en Ourense.
Javier Fernández Casas 8 años en 1936 (Ribadavia)

'NOS SUBÍAMOS A LOS CAMIONES DE LOS FALANGISTAS'
De los días antes de empezar la guerra recuerdo cuando nos decían: 'Hay que escapar para casa ', y nos íbamos corriendo a nuestra casa. Después, cuando ya empezó solíamos subirnos a los camiones en los que venían los falangistas que recorrían la provincia. Mi hermano, que tenía 16 años, se escapó voluntario junto con unos amigos. Mi padre y los otros padres los fueron a buscar a Orense y los trajeron. Cuando cumplió los 18 lo llamaron forzoso y lo despedimos llorando mucho, aunque no le pasó nada. Yo iba a la escuela en la Fundación Martínez Vázquez, que llevaban los Maristas, hasta que la República los echó. Vinieron a sustituirlos cinco maestros, uno de ellos nos enseñaba el himno gallego. Cuando vino el Movimiento se llevaron a él y a otro al frente. Y de la escuela y de todo lo demás no quiero hablar más. Lo pasado pasó.

Juan Bande 6 años en 1936 (Ribadavia)

E n realidad recuerdo lo que me contaron como el suceso ocurrido días antes de la guerra que conmocionó la villa. El día que un tipo venido de fuera y conocido como 'El Abisinio' mató a un vecino conocido como “O Casqueiro” en la terraza del Club Artístico delante de todo el mundo y por una tontería de juego. El Abisinio era tan bicho que acabaron matándolo sus propios camaradas falangistas. Mis padres eran gente humilde, muy religiosos, pero nadie se metió con ellos. Lo que más afectó a mi vida es que adelantaron la fecha de mi primera Comunión. La costumbre era hacerla a los 7 años y yo tenía 6,pero por miedo a lo que podía pasar, la adelantaron un año al 13 de julio. Del comienzo de la guerra y de lo que pasaba cada día nos enterábamos en la calle escuchando la Radio de nuestro vecino, don Ramón Freijido. En casa había una bandera española que se ponía en el balcón cada vez que el Ejército tomaba una ciudad, repicaban las campanas y salíamos a manifestarnos. Recuerdo en la escuela que había en la pared un crucifijo, un retrato de Franco y otro de José Antonio y al acabar las clases cantábamos canciones militares y patrióticas. El día que acabó la guerra yo puse la fecha del principio y del final en la contra de una de las ventanas de mi casa.

Julio Losada 10 años en 1936 (Orense)

Tenía 10 años y estaba veraneando en Sanxenxo con mi madre y mis hermanos . Estábamos en la playa cuando aparecieron unos señores vestidos de falangistas con fusiles y se pusieron a contarle a la gente que había estallado una guerra en Africa. Mi madre se asustó mucho. Yo no sentí nada. Seguimos allí hasta septiembre y al volver a Orense empezamos a oir de gente fusilada o escapada. Yo tenía compañeros en el colegio cuyo padre había muerto fusilado o había escapado. En mi familia fusilaron al hijo de una prima, Eduardito París. Mi tío Pepe, hermano de mi padre y socialista, se fue a coger un barco a La Coruña con destino a Cuba. Desde allí volvió a Barcelona para luchar y después de la guerra anduvo por México, París y Rusia, donde murió. Recuerdo haber asistido al entierro de un tal Alcaraz, que era requeté. En general tengo malos recuerdos ,pero ninguna sensación especial .

Camilo de Dios 4 años en 1936 (Sandiás)

Cuando empezó todo yo tenía cuatro años y dos hermanos varones. Mis padres, que eran comunistas, se escondieron en casa de familiares en el pueblo y en Piñeira de Arcos, pero enseguida decidieron marcharse a Portugal aprovechando que tenían dos hermanos movilizados cerca de la frontera y los pasaron por , Montealegre. él se llamaba Jesús, tenía 33 años y era chófer de profesión. Élla se llamaba Carmen y tenía 31 años. A los hijos nos repartieron entre la familia que era de derechas, numerosa y muy unida. A mí me llevaron con un hermano de mi madre y me trataron muy bien y con mucho cariño, por lo que nunca sentí ni miedo ni abandono. Nadie me dijo qué pasaba pero yo suponía que algo sucedía. Aunque nunca sufrimos aislamiento, a veces en la escuela un niño le decía a otro: 'Ya le diré a papá que juegas con los rojos'. Eran frecuentes los cacheos en las casas de la familia buscando a mis padres. Un día vinieron falangistas de Xinzo y mientras buscaban por la casa uno dejó apoyado el fusil en la pared y a mí se me ocurrió cogerlo. Uno de ellos me dio tal bofetada que me tiró por la escalera y me rompió una costilla. Años después me lo encontré en el penal de Ocaña, yo de preso y él de funcionario de prisiones especializado en romperle el tímpano a los presos a base de bofetadas con una mano enorme que tenía. Mi madre regresó a los seis meses, se presentó a las autoridades acompañada de sus hermanos y no le pasó nada. Pero élla continuó con su actividad clandestina. Los tres hijos hacíamos de enlace llevando y trayendo papeles o recados o comprando cosas. En 1950 matan a un hermano mío que estaba en la clandestinidad y encarcelan a mi madre. (Camilo de Dios pasaría parte de su juventud en la posguerra con actividades guerrilleras en la comarca de Xinzo).

Celso Emilio Ferreiro 24 años en 1936 (Celanova)

Os falanxistas cando a guerra portáronse bastante ben, coa xente do pobo polo menos. Probablemente sexa Celanova a única vila de Galicia onde non oubo morto ningún do lugar, non xa paseado, senon nin sequera xulgado. Agora, é certo que oubo moitas mortes violentas de xente que sacaban do Mosteiro, convertido en prisión, e os asesinaban no monte Furriolo. Esas barbaridades coa xente da vila non as cometeron; posiblemente por unha razón: que todos os que éramos de esquerdas, das Mocedades Galeguistas, éramos todos fillos de familias de dereitas. Tanto o Velo como eu, como o Clodo, e, claro, non era cousa de matarlle os fillos ás familias de dereitas. E tamén porque algunha xente da que andaba por alí no momento non era enconada. Pepe Rivero, por exemplo, era incapaz de matar e de mandar matar a ninguén. E él foi un dos que mandou alí nos primeiros momentos, sen ser falangista, pero en fin, era un home moi de dereitas.
Entrevista de Miguel Castelo a Celso Emilio Ferreiro publicada en 'Man Comun' 1981 .

Antonio López Madarnás 13 años en 1936 (Pereda-Cartelle)

Mi padre era agricultor y yo trabajaba con él en el campo. Las noticias de la guerra las escuchábamos en la única radio del pueblo, que era la del maestro, señor Rodríguez. En mi pueblo al único al que le teníamos miedo era a un comunista de San Tomé que se llamaba Bautista Diéguez, que acusaba a la gente. Tenía una barba muy larga y metía miedo verlo. Uno de mis hermanos estaba en la siega en la provincia de Toledo y allí lo cogió la guerra, pero una noche se pasó con otros al bando de Franco. En el frente no le pasó nada pero cuando vino con permiso traía una bomba de mano en la maleta y un día la fue a tirar al monte, pero lo hizo mal, le explotó y lo mató. A mí, que estaba cerca de él, me hizo una herida en una pierna que aún tengo la cicatriz.

Luis Labrador 8 años en 1936 (Rubiás de Bande)

Me acuerdo muy bien de cuando empezó la guerra, porque ese día se nos murió una vaca de la peste del carbunco, que mataba a mucho ganado. Yo era hijo único y trabajaba con mi padre, que era labrador y fotógrafo de 'minuta'. En mi pueblo casi todos eran de izquierdas, menos tres, que eran falangistas. Uno de ellos, Juan, andaba siempre con la pistola , en el bolsillo y mató a un vecino de otro pueblo. Siguió viviendo allí y murió hace poco. En el pueblo había una Sociedad de Labradores que dirigía un tal Marcial que le cantaba canciones al cura metiéndose con él. Al empezar la guerra tuvo que escapar.
Mi padre le había hecho una foto y como le salió bien, la colocó en el cajón de la cámara donde ponía las que le salían bien como propaganda. Por esa razón lo detuvieron, por exibir la foto del Marcial, y se lo llevaron a la prisión de Celanova, donde estuvo unos meses. Lo sacó de allí el cura de nuestra parroquia, don Isidro, que salvó a mucha gente del pueblo. Decía: 'Na miña parroquia non se mata a nadie', y fue verdad. Los curas mandaban mucho entonces. Pasaron cosas horribles y de noche no se podía salir de casa porque andaban los falangistas en camiones y disparaban a todo lo que veían. Ahora sólo quiero que haya paz y no se repita nunca.

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