Sorpresas desde el primer minuto y mucha incertidumbre durante el primer partido de la eliminatoria entre el COB y el Melilla
Bienvenidos al playoff, 'territorio comanche' donde todo puede suceder. Teatro de sueños y pesadillas en torno a una pelota de baloncesto.
Repasen el partido de ayer. El técnico visitante, Alejandro Alcoba, empleó como titular al pequeño base Pelayo Larraona. Cuatro minutos de media y 18 puntos en toda la temporada. Anotó los dos primeros triples y supuso la primera sorpresa táctica del encuentro. Después el entrenador se emborrachó y abusó de la idea.
La segunda sorpresa fue la constatación de la ausencia de Guillermo Rejón por un problema en su garganta. Percance agravado por la rápida acumulación de faltas del impasible Busma y del excesivamente fogoso Geramipoor. Solución de emergencia ourensana: defensa presionante, defensa zonal, dependencia de la inspiración exterior y un par de 'güevos'.
¿Creen que el Melilla aprovechó la ocasión? Todo lo contrario. El COB se disparó en el marcador y llegó a dominar por 18 puntos, con todo a su favor para -una vez más- asestar el golpe definitivo al rival.
¿Partido sentenciado? El COB entró en su crisis existencial y el Melilla se recuperó. Pero no por imposición de su poderío interior, sino a base de triples, alguno de ellos descabellados. De moribundo a revivido. El rival se adelantó en el marcador. Más sorpresas.
Y con el factor psicológico a su favor. Melilla desperdició la ventaja, posiblemente por egoísmo de algunos jugadores y por la insistencia en olvidar a sus pívots. Última oportunidad del COB, que no llegó después de capturar tres rebotes consecutivos en el aro rival, sino de una recuperación de Suka-Umu a un cansado Garrido.
Y más podría lamentar el Melilla la última posesión del partido, con: Fallo de Wright en una acción relativamente sencilla bajo el aro. Tuvo la prórroga en sus manos.
¿Y estó qué es? ¿Cómo se describe esta locura? Mejor ni pensarlo. Es el playoff y el COB sólo ganó el primer partido. Ahora hay que viajar a Melilla. ¡Uf!
