Opinión

El machismo y los intereses españoles

Con la campaña en su final, la ciudadanía ha asistido, por momentos con desidia y por momentos atónita, al espectáculo que de ella han hecho quienes han empleado todas sus energías para centrar el debate en el comentario del candidato del PP, Miguel Arias Cañete, sobre su hipotética superioridad sobre Elena Valenciano, cabeza de lista del PSOE.

Al error de cálculo, admitido por el propio Cañete el miércoles, se aferraron los socialistas como a un clavo ardiendo para armar con él una diatriba que les colocase en la campaña cuando peor pintaban para ellos las encuestas. Pero que no se engañe nadie, abonarse a tal estrategia no pasa de coger el rábano por las hojas, pues no superó la categoría de artificio político, prendido sobre la rápida combustión que general cualquier debate planteado como una guerrilla machismo-feminismo. Lo hemos visto días atrás también en el escenario político local, cuando las tres concejalas del PP de O Barco reprobaban públicamente a su grupo de gobierno por emplear el masculino como genérico en una comunicación pública, en lugar de emplear la fórmula amigos y amigas, vecinos y vecinas, hombres y mujeres, y tal vez miembros y “miembras” como alguien dijo en su día.

La dramatización de la polémica frase de Arias Cañete sólo ha servido para hurtar el debate sobre lo verdaderamente importante y la grave naturaleza de los asuntos que el próximo día 25 están en juego para los ciudadanos españoles y, en consecuencia, la responsabilidad que tendrán ante sí los electores en esa fecha. Ha valido para que el PP evitase dar demasiadas explicaciones sobre esas cuestiones capitales, pero también para tapar lagunas argumentales en el principal partido de la oposición.

Vivimos una preocupante situación y sensación de vacío político, más evidente cuando sus estrategias tienden a realzar los chascarrillos y evitar la aportación y contraposición de soluciones. España necesita lo mejor para el buen funcionamiento de las instituciones y la mejor defensa de los intereses españoles en Bruselas. El PSOE, como los demás, está obligado a ofrecer algo más de lo que ha hecho en esta campaña. Los ciudadanos quieren saber qué va a pasar con la pesca, la agricultura, la industria, los astilleros, las políticas sociales o la política exterior. Lo demás no debe desviar la atención de lo que hoy es sustantivo, y esto es votar para elegir una representación española fuerte y respetada en Europa.

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