Opinión

Aquellas batallas de flores - Rafael A.Salgado

De rabiosa actualidad, que se decía antes, está el tema de la Batalla de Flores. Las marionetas de la Plaza de San Marcial (el famoso Chacolín), el “asalto baile” en el Posio, los elegantes “Paseos de la moda” y la inexcusable visita de don Secundino Feijoo con sus toros amaestrados, fueron algunos de los más significativos actos festivos del Corpus ourensano que han ido desapareciendo del programa. Únicamente nos quedaba la Batalla de Flores, y ahora parece que también “se irá”. Bueno, ¡qué se le va a hacer!

Cierto que había perdido gran parte de su glamour: aquellos tiempos en que al cruzarse las carrozas por el Paseo y en Progreso se lanzaban auténticas flores (que por economía no tardaron en convertirse en confeti), y aquellas casi competiciones entre las chicas para conseguir el mejor puesto en la carroza. Por no hablar del tiempo que se le dedicaba a "empapelar" la carroza; desde abril, los fines de semana y muchas tardes ya estaban ocupadas.

Si nadie lo remedia, otra tradición que se va.

Me dejaron estos días unas cuantas fotografías de finales de los sesenta, comienzos de los setenta, de no muy buena calidad, pero interesantes de igual manera.

Entre ellas estaba una serie de más o menos doce imágenes de una Batalla de Flores (pudiera corresponder al 1971, que es el número que tienen varias por detrás), en las que lo que más llama la atención no es la presencia del ya conocido edificio de la esquina de Ervedelo (el del bar Deportivo), ni la original fuente luminosa que aparece en el espacio que hoy ocupa San Rosendo; ni siquiera   el desfile de las majorettes de Montpellier (si os fijáis con detenimiento, nuestros gaiteiros las observaban atentamente, probablemente intentando aprender algún paso de desfile). Lo más llamativo es la cantidad de espectadores que se congregaban en aquellos tiempos para disfrutar de estos espectáculos; en toda la calle Progreso, Paseo, Habana y demás calles del recorrido no cabía un alfiler, a pesar de que los organizadores buscaban las mejores opciones; atrás habían quedado los tiempos en que las carrozas llegaban hasta el puente de la Burga y volvían en sentido contrario, con los consiguientes cruces de munición entre competidores. La opción de subir por la actual calle Concordia no tuvo mucho éxito, porque dejaba fuera del recorrido la mitad del Paseo, y la más utilizada era y es la de subir por Padre Feijoo.

Pero volviendo a las fotos de hoy, fijaos la cantidad de púbico que se agolpaba después de la primera vuelta en la esquina del Montgre. Eran otros tiempos.

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