Opinión

La rebeldía juvenil: una forma de estar en el mundo - Raquel Crespo

Cando conocí el caso de María no pude quedarme al margen de su situación. Una joven que se rebela contra todo, tal vez por sentirse abandona, frustrada o culpable. La suya es una de esas historias que no te dejan indiferente. Es el resultado de un cúmulo de circunstancias en las que fallaron los pilares que sustentan la estabilidad necesaria para una adolescente y que favorecen su autonomía y autoestima a fin de que no la devore aquello que le toca vivir. 

A los quince años, una persona no siempre comprende que su núcleo familiar se desintegre. Es una sensación que puede provocar sentimientos difíciles de asimilar en ese período evolutivo, en donde el adolescente se instala en la rebeldía como forma de estar en el mundo; es más, a pesar de que los padres en esa fase son la figura a retar y enfrentar, no dejan de ser considerados como necesarios porque aportan equilibrio, estabilidad y seguridad, siempre y cuando se trate de una familia mínimamente estructurada. 

Ella encontró una manera de rebelarse contra lo que pasaba a su alrededor, pero se equivocó. La necesidad de pertenecer a un grupo donde sentirse protegida y tal vez comprendida la llevó a formar parte de una pandilla de jóvenes con valores y cultura diferentes a los suyos; pasando a engrosar la estadística de adolescentes españolas que se unen a grupos de jóvenes inmigrantes, aceptando sus normas como propias.

La conocí en el módulo de mujeres de una cárcel en la que desarrollo mi trabajo, donde entró a cumplir una condena de duración suficiente para echar por tierra cualquier plan de una joven de poco más de veinte años.

El delito, lesiones; el más habitual entre los menores. La historia de María ha inspirado un proyecto de prevención de conductas de riesgo delictivo en nuestra asociación, porque todo el trabajo que podamos hacer en materia de prevención primaria, en atención a jóvenes que viven situaciones conflictivas, en educación y formación de valores será decisivo en la vida de muchos de jóvenes y de sus familias. Y, sin duda, de la sociedad.

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