Opinión

De paseo por un mundo cercano

La Feria Internacional de Turismo (Fitur) está pensada para ser un paseo por el mundo en un tiempo y en un espacio limitado al que acuden empresas, operadores turísticos, países en promoción de sus tesoros y los ciudadanos que buscan información, consejos y horizontes vacacionales. La feria de este año, que tiene las limitaciones propias de la situación de pandemia, ha demostrado que para muchos de los políticos nacionales el mundo se acaba en nuestro propio país, y con su vista miope aprovechan los altavoces para incidir sobre todo en lo que ocurre dentro de nuestras fronteras.

Las buenas noticias para el turismo nacional vienen de fuera, de la aprobación del certificado digital europeo que permitirá a los europeos vacunados, o sin la enfermedad, llegar a nuestro país, que quiere atraer una parte de los viajeros que alimentan un sector tan importante en términos económicos y de empleo, a partir del próximo 7 de junio, siempre que los países emisores consideren a España también un lugar seguro. Si a finales de año España ha tenido entre un 60% y un 70% del turismo internacional, como prevé Pedro Sánchez con la vista puesta en el turismo británico, la recuperación económica y del empleo habrá recibido un impulso destacado. La implantación del pasaporte europeo una vez resueltas las discrepancias sobre la protección de datos y las desigualdades entre los ciudadanos, es vista como un triunfo del espíritu europeo en uno de sus ejes fundamentales, la libre circulación de sus ciudadanos.

El calendario de los organizadores de Fitur quiso que coincidiera la vista del presidente del Gobierno con la celebración del Día de Madrid, lo que suponía que tras Sánchez intervendrían en otros escenarios la presidenta autonómica, Isabel Díaz Ayuso, flamante vencedora de las elecciones del 4-M, y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, a la sazón portavoz nacional del PP, que fueron los encargados de volver al territorio nacional, y tras las obligadas alabanzas a los encantos del lugar fue el momento de trasladarse de los escenarios exóticos a caminar de la forma más pedestre al hilo de la actualidad.

Díaz Ayuso desplegó una serie de ideas relacionada con su concepción liberal -que a veces parece iliberal- de entender la vida colectiva, que se resuelve en el populismo fiscal. En Fitur pidió un IVA reducido para el turismo y desgravaciones fiscales en el Impuesto sobre la renta de personas físicas (IRPF) para el gasto turístico nacional. Imposible estar en desacuerdo, pero demasiado endeble. Respecto al pasaporte covid, se declaró precursora de la idea, porque ya lo pidió hace un año, como si hubiera podido ponerse en práctica en aquellos momentos. Y reivindicó su forma de afrontar la pandemia que ha dado resultados económicos y sanitarios que no todos los gobiernos autonómicos valoran de la misma manera, e incluso se han visto perjudicados por ella.

Tampoco la presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, se abstuvo de marcar su territorio, cada vez más constreñido, y lo hizo en compañía de su correligionario/crítico Francisco Igea, con vicemando en Castilla y León, para asegurar que “no es socio de Sánchez y no lo será”, porque es lo que entiende como “una oposición firme pero útil”. Dos adjetivos sobre lo que habría mucho que debatir para los intereses generales.

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