Opinión

Por una ecología humana

Es fácil observar en nuestro tiempo una creciente confusión antropológica, que presenta múltiples y preocupantes síntomas. Por mencionar sólo algunos, podemos anotar la confusión entre identidad y orientación sexual, la creciente pretensión de reclamar el aborto como derecho y conquista, la pretensión de ser varón o mujer como materia de opción personal, los intentos legislativos a redefinir el matrimonio prescindiendo de su concepción jurídica tradicional, la lista podría prolongarse.

En este confuso contexto, Benedicto XVI ha hablado en diversas ocasiones de la necesidad de defender la creación, consciente de que este tema resuena con razón en la sensibilidad de hombres y mujeres de nuestro tiempo. Sin embargo, es interesante notar como el papa subraya que una parte fundamental de esta defensa de la naturaleza debe tener lugar, protegiendo al hombre contra la destrucción de sí mismo, promoviendo 'una ecología humana'.

¿A qué se refiere Benedicto XVI cuando habla de una ecología humana? Leyendo sus intervenciones es interesante notar como el papa no tiene en mente tan sólo un compromiso por la defensa de lo creado que tome en consideración también el ser humano. Va más allá. Se refiere a respetar el orden de la naturaleza en la vida misma del ser humano, por el cual existe siempre como varón y como mujer.

Benedicto XVI advierte con preocupación como cuando el hombre ignora este hecho y desprecia el orden de la creación, se encamina a la destrucción de sí mismo, creando la ilusión de una falsa libertad y una errónea igualdad. Nos alerta además ante la ilusión según la cual el hombre cree ser pura libertad, que se crea a sí mismo prescindiendo o creyendo prescindir del dato de la naturaleza, que en cambio es condición indispensable de la libertad misma. Menciona en sus reflexiones la ideología de género como factor promotor de este problemático intento de emancipación de la creación y del Creador.

Como el papa pone de relieve, hay una especie de esquizofrenia en nuestra cultura, por la cual se promueve justamente el respeto por la naturaleza en todos los ámbitos, pero este respeto no parece observarse en los mismos términos en el ámbito humano. En la vida humana, por el contrario, parece abrirse camino cada vez más lo artificial, que se presenta como deseable control, como posibilidad de opción, progreso y conquista. Es una gran antinomia de la mentalidad y de la praxis actual, que envilece a la persona, trastorna el ambiente y daña a la sociedad.

Por todo ello, ante este problemática, ante el hombre que va perdiendo cada vez más su propia identidad y dignidad, parece urgente construir un baluarte cultural y social donde se salvaguarde lo humano, entendiendo esta salvaguardia, no como encerrarse en sí mismo, sino como preservación de la verdad, de la libertad, de la dignidad y vocación humanas tal como han sido inscritas por el Creador en la naturaleza misma. Esta situación inédita demanda de la recta razón y de la conciencia cristiana una adecuada respuesta que no debe ser sólo política, pero que también debe reflejarse en ese ámbito.

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