Opinión

La pobreza en España

Cualquiera que viaje por el mundo sabe que en África, en América o en Asia existen lacerantes bolsas de pobreza, muchas veces pegadas a las grandes metrópolis. Una estampa, desde luego, que golpea la conciencia de las personas de bien y que interpela acerca de las fórmulas existentes para intentar ayudar a salir de la postración, de la miseria más miserable, a tantos millones y millones de seres humanos que abarrotan infinitas barriadas o chabolas en el llamado mundo subdesarrollado.

En Europa, gracias a la estabilidad social y política del modelo del Estado social y democrático de Derecho, hemos disfrutado en términos generales, al menos formalmente, de estándares de calidad de vida y desarrollo integral que ya quisieran para si tantas personas en el mundo entero. Con la crisis, en Europa, quien lo iba a pensar, también ha aparecido, y a veces de forma preocupante, la pobreza. Es más en España según reconocía hace unos días el presidente de nacional de la red europea de la lucha contra la pobreza y la exclusión, el 28.2 % de la población, más de trece millones de personas viven en riesgo de pobreza o de exclusión social. Unos datos que deben mover a la reflexión ya al análisis en relación con las más urgentes y prioritaria políticas públicas sociales que precisamos.

En este marco, la población española que se encuentra en riesgo de pobreza o de exclusión social, según hemos sabido días atrás, es alarmante. En efecto, hemos pasado del 23.37% de personas en riesgo de pobreza en 2007 al 28.2 % en 2012. Cifra que se mantiene en 2013. En otras palabras, desde el inicio de la crisis, si es que se puede datar en 2007, este colectivo ha aumentado en cinco puntos, situándose por encima de la media europea, que está en el 25%. Los países con una tasa más baja son la República Checa y los Países Bajos con un 15%, mientras que los que registran niveles de riesgo de pobreza más elevados son Bulgaria (50%) y Rumania (41.7%). 

En España, el 28.2 % de la población sobrevive con unos ingresos menores de 7.050 euros anuales. El 70% de las personas presenta un nivel de riesgo moderado, el 10% de riesgo muy alto y el 1% de riesgo extremo. Precisamos hacer políticas económicas y fiscales que no generen pobreza y que se concentren en disminuir la elevada tasa de pobreza infantil. Necesitamos políticas de empleo que generen trabajo de calidad porque el trabajo precario, bien lo sabemos, degrada a la persona humana. En España todavía existe más de un 13% de trabajadores pobres que, trabajando mucho, son datos de la red europea de lucha contra la pobreza y la exclusión social, no consiguen salir de la situación de pobreza.

Es decir, tenemos ante nosotros una realidad que antes no existía. Muchos nuevos pobres. Una realidad que reclama del Estado políticas públicas valientes y de vanguardia para intentar paliar el sufrimiento y la pobreza de varios millones de habitantes. Un desafío que en el futuro seguirá interpelando las conciencias de unos gobernantes que deben aplicarse fundamentalmente a reducir esta peligrosa brecha social.

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