Opinión

La paciencia de algunos curas

Se quejarán algunos de que los curas a veces lleguemos a las ceremonias enfadados. Será un fallo, porque el cura debe ser testimonio de la alegría, pero razones haberlas ahílas para el malhumor. Me refiero al cumplimiento de los horarios, sobre todo en las bodas. Y si en España los retrasos son frecuentes, en Portugal son cosa normal. Consideran "normal" el retraso, sobre todo de la novia. Han fijado la fecha y el horario con meses de antelación, pero al final siempre los retrasos, y allí el cura esperando con más paciencia que el santo Job, y si les dice algo hasta se enfadan, tienen más que decir e incluso dejan de hablarte.

Dios me libre que al cura se le pinché una rueda o le ocurra un percance en el camino y llegue cinco minutos tarde porque le llaman de todo menos tal, que es el sacramento. Cuando llega la novia al templo le lleva diez minutos o más desde la puerta hasta el altar: las amigas colocando el vestido, los familiares adoctrinando a los niños de los anillos y arras, y para rematar, el fotógrafo incordiando y distrayendo de lo fundamental ¿Están de acuerdo conmigo?

Pero esas demoras del comienzo se vuelven eternas en el momento de la paz y las salidas. Besos, abrazos y hasta saludos desde el altar hasta a aquel amigo que está al fondo de la Iglesia y que parece importar- le un bledo la ceremonia religiosa. Y luego el poema de las salidas al ralentí mientras siguen los saludos y las fotos, el arroz y demás ingredientes foráneos.

Y ¡Dios me libre que el cura! que tiene que hacerlo todo y que a lo mejor tiene después otra misa en otro pue- blo, les pida que salgan pronto, que va a cerrar el templo. Le vuelven a llamar de todo con insi- nuaciones fuera de tono, ¡todos son iguales! ¡Van a lo suyo! Siempre el ladrón piensa que to- dos son de su condición porque, seamos sinceros, quienes van a lo suyo son precisamente algunos de los asistentes que van a la juerga sin importarles lo religioso que allí se celebra. Otro día hablaremos de las despedida, que es para nota.

Otra cosa más seria son las comuniones masivas en las bodas... ¿se han confesado? ¡Supongamos! Lo dicho, va a ser necesa- ria una nueva asignatura en el Seminario: la paciencia, porque muchos curas tienen que tenerla y en grado sumo aguantando carros y carretas, aunque después encima son criticados. 

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