Opinión

El político que encontró a Dios

Ocurre en España algo que en el resto de los países democráticos suena muy raro. Por ejemplo en Portugal donde los politicos creyentes manifiestan públicamente su fe sean del partido que fueren, ya sea Cavaco, Guterres, Marcelo Rebelo de Sousa o en sus tiempos el ministro socialista Sousa Franco, Pintasilgo que era bien de izquierdas. Van a misa los domingos, se confiesan como un fiel más y comulgan y nadie se extraña.

Aquí nada que ver. ¿Por qué? Me da la impresión de que muchos tienen un ridículo pudor venido de tiempos en los que se casaba la fe con una corriente política y e incluso se tacha a los creyentes de trasmontanos, trasnochados o carcas. Así la agresividad contra la Iglesia. ¿Se va detrás de la Iglesia con palos o con velas? Sería grave.

Por eso sorprende el testimonio del fallecido alcalde de Bilbao Iñaki Azkuna. Su funeral ha hecho época con aplausos incluidos a los entonces Príncipes de Asturias, la catedral a rebosar y mucha gente viendo las exequias desde pantallas instaladas en la calle. Presidió el obispo bilbaíno Mario Iceta (los actos litúrgicos nunca los presiden las autoridades civiles, ni el rey o los príncipes como señalan los medios con una ignorancia supina). Azkuna dejó programado su funeral al milímetro, incluida la música y los que iban a cantar.

En su homilía, el obispo ha relatado que Azkuna le contó, señalando un cuadro de Cristo: "Ese salió a buscarme, me encontró y me llamó, y desde entonces ni él me ha dejado a mí ni yo a él". Iceta ha ensalzado el "servicio al bien común" que hizo el "querido alcalde" y le ha agradecido su testimonio y su servicio, quien dejó escrito que quería marcharse sin hacer ruido, sin grandes homenajes y pidió que fuera un funeral sencillo para que "la gente sencilla de Bilbao pudiera acompañarle". Un ejemplo a imitar y que por desgracia brilla por su ausencia entre la mayoría de la clase política española.

Tengo un dato de primera mano. Una diputada portuguesa, de izquierdas, amiga mía y que pertenece a los Equipos de Nuestra Señora que yo acompaño, me pidió en el Año Santo que me pusiese en contacto con parlamentarios españoles para, conjuntamente con los portugueses, peregrinar a Compostela. Los portugueses eran un buen número. Hice las gestiones con la Carrera de San Jerónimo y me reservo el resultado. ¡España sigue siendo diferente!

Hoy tal vez sea necesario recordar estas cosas. Cristo nos deja en la tierra para seguir su mensaje y, sin angelismos los cristianos estamos llamados al testimonio. El que está tirado en la calle, el que bebe para asesinar su soledad, el que viste ropas recogidas en sucios basureros, el que vive en la decrépita acera donde los perros orinan, el que llora tristeza a borbotones, el que intenta apagar sus ojos para no despertarlos nunca... Ese, precisamente ese, al que nadie abraza ni lleva a hombros, ¡ese es mi Dios! que necesita de nuestra cercanía y ejemplo y Azkuna lo entendió.

Te puede interesar