Opinión

Del templo a la calle

Acabamos de celebrar la Semana Santa y, por lo que se refiere a España, a uno le entra una incomprensible confusión. Déjenme que me explique. Si vemos nuestras calles de norte a sur, nos encontramos con un sinfín de procesiones en las que por las calles salen imágenes únicas que representan lo que esta semana significa. La imaginería española, tanto en el sur como en el norte, sin olvidar a Valladolid o Murcia o Ferrol y en general toda Castilla, sobre todo, es única y tal vez por ello se vuelca el turismo en nuestras calles y vemos cómo cientos de hombres, jóvenes, mujeres, incluidos personajes de la política o de la cultura portan, después de ensayos de meses, los célebres pasos españoles. Ya hablamos aquí lo ocurrido en la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid con aquel extraordinario Viacrucis por las calles de la capital española.

Todo eso muy bien y dice mucho de tantos portadores que incluso con los rostros tapados y los pies descalzos recorren nuestras ciudades. Todo un récord de la piedad popular que impresiona a cuantos desde las aceras observan el paso de tantas tallas, todas tan hermosas obras de los mejores imagineros españoles. A lo largo del año permanecen en los tempos o resguardadas. Todo muy laudable y para el turismo un motivo más para visitar nuestras ciudades que, además, dan la impresión de un recogimiento, penitencia y silencio inigualable.

Hasta aquí todo bien. Pero, por otra parte, si visitamos nuestros templos también en esta Semana comprobamos con tristeza que la participación en nada se parece a lo que ocurre en las calles. Celebraciones de lo más sagrado de nuestra fe que vemos vacías y, sobre todo, mayoritariamente participadas por gente mayor. Falta la juventud en nuestros templos que se vacían de día en día. Esta es la realidad y quedan lejanos los días en los que las naves de nuestras iglesias rebosaban de familias enteras, incluidos niños y jóvenes. ¿Dónde están ahora?

Por lo que se colige, la gran mayoría han dejado las verdaderas participaciones en los misterios de la fe y se han desplazado a las calles para observar los distintos pasos que en esta Semana salen a las calles portados por cientos de hombres y mujeres que se dicen que lo hacen en penitencia. “Procesiones de penitencia” con silencio incluido, dejando los templos semivacíos.

Hay pocos lugares en el mundo con tantas procesiones en estos días con unos vestuarios únicos y variados. Personalmente me impresionan estos desfiles y el silencio que los rodea. Los medios de comunicación nos lo reflejaron esta pasada semana. E incluso en Galicia ha sido impresionante ver, por ejemplo, la Plaza de Armas de Ferrol y lo estudiados que estaban todos los movimientos portados por cientos de personas. Y , desde las aceras , el silencio impresionaba en todos estos lugares, incluido Viveiro y Cangas, por lo que se refiere a Galicia.

Entonces surge esa perplejidad: ¿se han cambiado los templos por las calles? ¿Hemos puesto todos de nuestra parte todo lo necesario? Ha llegado el momento de la reflexión tanto para los fieles como para el clero, incluida la jerarquía eclesiástica. Posiblemente sea necesaria una catequesis distinta y, sin perder ese estilo muy propio de los españoles, volver a las celebraciones profundas del misterio cristiano que se celebran con minorías. Esta es la realidad. Posiblemente nos hemos equivocado y es necesario que sepamos combinar esos momentos tan hermosos que son las procesiones con la realidad profunda de nuestra espiritualidad cristiana, que es lo que se debe vivir en estos días. Una cosa sí, pero sin olvidar lo fundamental y las Cofradías tienen, o deben tener, su parte fundamental en esa catequesis.

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