El unánime reconocimiento, según las últimas investigaciones demoscópicas, de la persona del papa Francisco como la más valorada por los españoles, incluso por delante del rey Felipe VI, pone en evidencia la capacidad del pontífice para interpelar a la conciencia de una sociedad que busca referencias y que destaca a quien ofrece testimonios públicos de coherencia entre lo que afirma creer y el modo de vivirlo. La percepción del liderado ético del papa está relacionada con su empeño en la renovación de la Iglesia y en la lucha constante por un mundo más justo y solidario, basado en la fraternidad y no en la esclavitud.
El papa Francisco se ha convertido en extraordinario pontífice de la buena imagen pública de la Iglesia en la sociedad. Pero como él mismo ha recordado en la misa del primer día del año en la Basílica de San Pedro y como ratifica todos los días con su experiencia de vida, el centro de su forma de ser y actuar es Cristo, que es inseparable de la Iglesia. La fe no es una idea abstracta o una filosofía, sino una relación vital y plena con una persona: Jesucristo. Una relación en la historia y desde la historia, de ahí que el encuentro con Cristo se realice plenamente en la comunidad de transmisión y de experiencias de encuentro que es la Iglesia. Como ha recordado el sucesor de Pedro, sin la Iglesia nuestra relación con Cristo estaría a merced de nuestra imaginación, de nuestras interpretaciones, de nuestro estado de ánimo
El liderazgo del papa es reflejo de la centralidad de Cristo en su vida y en la de la Iglesia.
