Opinión

El papa Francisco en Turquía

El papa Francisco ha visitado Ankara, capital de Turquía, país que representa el gozne entre Oriente y Occidente, que tiene un régimen laico, dirigido ahora por un gobierno islamista, un país que llama a las puertas de la Unión Europea pero que no respeta adecuadamente las libertades.

En su primera jornada, el romano pontífice afrontó directamente el problema más grave que tiene planteado Oriente Medio. Ante el presidente Erdogan, el papa Francisco ha pedido que todos los ciudadanos, ya sean musulmanes, judíos o cristianos, gocen efectivamente de los mismos derechos, especialmente las libertades religiosa y de expresión. Con tono moderado, pero con una precisión siempre importante en tierras musulmanas, puso de manifiesto que la libertad religiosa no consiste solo en la libertad de culto, sino también en “la libertad de vivir según la propia ética religiosa”.

La trágica situación en Siria e Iraq fue denunciada por el Papa ante las autoridades políticas y religiosas: es preciso contraponer al fanatismo y al fundamentalismo, la solidaridad de todos los creyentes, basada en el reconocimiento de la sacralidad de la persona humana que defiende y promueve la compasión, la solidaridad y la ayuda a los que más sufren.

Ante el presidente del organismo que se ocupa de los asuntos religiosos, Diyanet, el sucesor de Pedro ha recalcado que los dirigentes religiosos tienen la obligación de condenar con todas sus fuerzas la violencia, especialmente la que busca una aberrante justificación religiosa, “porque el Todopoderoso es Dios de la vida y de la paz”.

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