Opinión

Recordando a Charles Peguy

Acaba de cumplirse el primer centenario de la muestre de Charles Peguy, escritor francés, uno de los más importantes de su época y que hoy apenas es recordado. Apasionado socialista y después ferviente católico, con razón es llamado “el poeta de la esperanza”.

En estos momentos históricos en los que el horizonte político, social e incluso religioso parece poblarse de negros nubarrones que oscurecen el horizonte, no deja de ser oportuno recordar a este cantor de la esperanza a la que el llama “una niña de nada” al lado de sus hermanas mayores la fe y la caridad, pero que se presenta como llama “temblorosa” que sostiene nuestros pasos vacilantes en el camino de la vida.

Nuestro autor no tuvo una vida fácil. De origen modesto, se quedó sin padre apenas nacer, y su madre se ganaba la vida empajando sillas hasta que una beca le abrió las puertas de la cultura. De convicciones socialistas, se acercó al catolicismo en 1906 en compañía de Maritain, hijo de una estimada amiga. A partir de entonces, hace compatible su obra en prosa, a menudo de carácter político y polémico con sus versos místicos y líricos.

Entre estos últimos se encuentra el poema del que trascribimos una parte en la que el poeta pone en labios de Dios el siguiente canto a la esperanza:

“Pero la esperanza, dice Dios, eso si que es extraño./ me extraña hasta a mí mismo;/ esto sí que es verdaderamente extraño,/ que estos pobres hijos vean como marchan hoy las cosas/ y que crean que mañana todo irá mejor;/ eso sí que es asombroso y es con mucho/ la mayor maravilla de nuestra gracia”. Y prosigue: “¿Cuál no será preciso que sea mi gracia y la fuerza de mi gracia/ para que esta pequeña esperanza/ vacilante ante el soplo del pecado, temblorosa ante los vientos, agonizante ante el menor soplo/ siga estando viva, se mantenga tan fiel, tan en pie,/ tan invencible pura e inmortal e imposible de apagar/ como la pequeña llama del santuario/ que arde eternamente en lámpara fiel”.

Ante estas conmovedoras expresiones no nos queda nada más que decir: gracias Charles. La metralla en el campo de batalla no pudo con tus versos, ni con tu esperanza tan pequeña y tan grande que titila detrás de tanta bruma de noticias, crisis, nuevas guerras y viejos temores

Para un cristiano que el día 1 de noviembre celebra la fiesta de Todos los Santos no deja de ser un estímulo más para reafirmar la esperanza de que “la vida no termina, se trasforma”, en mensaje del poeta divino Jesús de Nazaret.

Te puede interesar