Opinión

'Bienvenido, Mister Marshall', se repite

Vivimos de manera tan acelerada la política y la información que la memoria, lejos de fortalecerse, se vuelve frágil, del mismo modo que la propia perspectiva de las cosas. Un botón de muestra. Al hilo de la crisis en los países periféricos de la Unión Europea, en 2012 se habló de manera insistente de que, a partir de 2014, Bruselas pondría en circulación más de 100.000 millones de euros para financiar planes de especialización inteligente que circularían a través de más de cien programas y estrategias regionales relacionados, a su vez, con la estrategia europea 2020, que vincula el desarrollo económico al crecimiento limpio y sostenible. Estamos a mediados de 2014 y si algo recuerda todo ese enunciado grandilocuente, del mismo modo que otros muchos del mismo corte, es a la película ‘Bienvenido, Mister Marshall’, el famoso film español de 1953, dirigido por Luis García Berlanga, a modo de crítica a la sociedad española de la época, teniendo en cuenta que el histórico Plan Marshall nunca se llevó a cabo en España.

Por el contrario –y por desgracia-, sí tiene plena validez lo que ya se decía de la crisis en 2012 e incluso antes. El problema fundamental de España sigue estando en las abultadas deudas (no solo del Estado, sino sobre todo del sector bancario, las empresas y las familias) y en la falta de un modelo económico alternativo al inmobiliario, cuya burbuja estalló sin control.

Resulta que España adoptó severas medidas de austeridad, a pesar de tener un desempleo elevado, pero no lo hizo por voluntad propia, sino bajo presión. Se encontró con dificultades para refinanciar su deuda y se vio obligada a recortar su gasto y a subir los impuestos. Ante la imposibilidad de un cambio inmediato del modelo productivo, la devaluación interna perfiló y condicionó la traumática superación de la crisis financiera y económica. Y en esas seguimos, por mucho que nos lleguen cantos de sirena.

¿Por qué las políticas neoliberales, con sus recortes de gasto público y reducción de salarios, se promovieron y continúan promoviéndose en la eurozona? Vicenç Navarro, catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra, cree que la respuesta es extraordinariamente clara: la crisis que ha dañado enormemente a las clases populares de los países GIPS (Grecia, Irlanda, Portugal y España) se programó para aumentar los beneficios del aparato financiero –la banca- y muy en especial de la banca germana y también del sector exportador alemán.

Parece que el político, científico e inventor estadounidense Benjamin Franklin alertó a tiempo cuando sentenció que es mejor acostarse sin cenar que levantarse con deudas, a sabiendas de que una cosa es endeudarse para invertir —y obtener buenos réditos sociales y económicos— y otra es hacerlo en un gasto corriente inútil. En una crisis de este calado no caben las respuestas simplistas, sino la (buena) mezcla de sólidos argumentos de peso que conduzcan al crecimiento.

La mutualización de la deuda, es decir, la emisión de eurobonos, sería el camino más sencillo y rápido para conseguir una mayor integración fiscal en Europa, pero la Alemania de Angela Merkel, de momento, se resiste ante lo inevitable. Prefiere, eso sí, reiterar su llamada hoja de ruta para España, que comprende infinidad de sacrificios, seis años después de desatarse una crisis que se ha llevado por delante a mucha gente.

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