Opinión

¿Saben Rajoy y Sánchez de industria 4.0?

El concepto industria 4.0, para otros industria inteligente o ciber-industria del futuro, constituye un eje de actuación de países como Estados Unidos o Alemania. No solo teórico, sino práctico. Es la nueva revolución industrial, la cuarta dicen algunos expertos, pero sea cual sea su nombre es una forma de resolver el futuro de las economías desarrolladas. Léase, de sus ciudadanos.

España tiene el gran reto de sustituir el modelo del ladrillo y, hasta ahora, apenas ha hecho otra cosa que desarrollar el turismo, pilar básico de la recuperación económica y determinante en términos de empleo. ¿Pero puede basarse un país como España solo en el turismo?

La política española está tan dominada por el análisis de la corrupción, la desigualdad, la pobreza, los desahucios, el paro, los recortes y otros aspectos de la crisis, como el déficit o la deuda pública, que –por increíble que parezca- apenas se habla del horizonte de progreso del país; es decir, de qué van hacer los españoles del futuro.

Para encontrar referencias concretas de Mariano Rajoy, presidente del Gobierno, a este tipo de cosas, hay que navegar mucho por internet. Parece que no fuese un asunto central, que lo es, como demuestran esas mismas búsquedas si se sustituye a Rajoy por Obama o Merkel.

También llama la atención que siendo la economía la especialidad profesional del líder de la Oposición, Pedro Sánchez, cueste distinguir sus ideas para la salida de la crisis, más allá de conocer sus diagnósticos, ampliamente compartidos dentro y fuera de su partido.

Por lo que a Galicia se refiere, si bien no hay una actuación coordinada entre Educación e Industria, como sucede en Alemania, al menos hay que valorar los esfuerzos del conselleiro de Economía e Industria, Francisco Conde, quien ya ha destacado más de una vez que la industria 4.0 debe convertirse en el motor de la reindustrialización de la economía gallega. Conde es consciente de que este tipo de industria ya se está gestando y de que implica cambios en las fábricas, como una mayor robotización, pero también en el perfil del trabajador, al tener éste que integrarse de otro modo en el proceso productivo. Conocida la teoría, es una pena que su estrategia política no vaya más allá de algunas actuaciones del Igape –sin duda meritorias- y que Feijóo no obligue a sus compañeros de gobierno a prestar el máximo apoyo a las ideas de Conde.

Pero todavía es más lamentable que el Gobierno de España no tenga una verdadera política de industria 4.0 y que la Oposición no se la reclame todos los días. Se supone que, como sucede en otros países, debería ser la manera de rellenar el inmenso vacío que supuso para España quedarse sin una parte importante de su economía -el ladrillo-, debido al estallido repentino de la inmensa burbuja inmobiliaria, lo cual coincidió con una explosión de endeudamiento, más privado que público, que lastró -y lastra- a España, hasta verse condenada a elegir entre la rebaja salarial y la emigración.

Ya sabemos que el gran error del país desde el año 2000 fue concentrar gran parte de su inversión en el ladrillo, en lugar de apostar por un sector industrial y de servicios más desarrollado e innovador. Pero aquel error no debería volver a repetirse.

Tampoco es una solución intentar aumentar la competitividad solo a través de la rebaja de los costes salariales, por lo que se supone que la empresa española debe cambiar radicalmente.

@J_L_Gomez

Te puede interesar