Opinión

En el escaparate

Si usted se ha detenido en los últimos días ante el escaparate vital de su ciudad, sin querer se habrá visto asaltado por el regusto amargo de una situación estúpida y difícil de digerir. Es lo que unos y otros, sin éxito, pretenden disfrazar ante ‘sus’ administrados -insuficientes los argumentos de los que debieran gestionar una realidad bien distinta-. El escaparate le confirmará, a lo que se detenga mínimamente, el estado febril de una ciudad que, ¿sin esperarlo?, lleva semanas de sonoros desprecios, bofetones brutales a su tutela cotidiana; una ciudad que ve cuestionada y anulada su base general de ordenación, rota con grietas ‘estructurales’ en fondo y forma, una ciudad que ve su caudal atacado por un vertido necio e irresponsable, su patrimonio monumental ultrajado por ¿artistas? y sinvergüenzas, a sus residentes enredados en ordinarias disputas vecinales, su moderna ‘bipolaridad’ sin capacidad de mando, gestión o autocrítica y, lo que es aun peor, sin nadie que se lo explique suficientemente.

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