Opinión

Bachata, sardana y chachachá

Nolite dare sanctum canibus (no deis lo santo a los perros) neque mittatis margaritas vestras ante porcos (ni echéis vuestras perlas a los cerdos)”. Y sigue San Mateo: no sea que las pisoteen y después se vuelvan y os despedacen. Si nuestros políticos fueran ilustrados –interesante ucronía- podríamos presuponer que han leído a San Mateo y que, acojonados porque una vez pisoteadas sus perlas electorales pudiésemos revolvernos y entrarles a dentelladas, optasen por echarnos solo tallos de gramíneas. O que conocieran quizás el texto de aquel que más de ciento en horas veinticuatro pasaba de las musas al teatro: “Forzoso es hablarle al vulgo en necio para darle gusto”. Pero no es el caso.

Nuestros políticos –me apuesto doble contra calderilla- ni han leído el Nuevo Testamento, ni han leído a Lope de Vega, ni han leído sus propias filfas programáticas. Ellos son más de lenguaje corporal, de contoneo, de charanga y pandereta. Su cuerpo les pide salsa, bachata, sardana y chachachá. Lo suyo no es el debate de las ideas, si no el debate de las caderas. De ahí que Miquel Iceta, del PSC, se soltara a bailar y a cantar por desvergüenzas “Don’t stop me now” durante la última campaña para las elecciones catalanas: fue la expresión más rotunda y concluyente del “Tenimsolucions”, o del “Per una Catalunya millor en una Espanya diferent”. Sí señor, con dos cojones (es un decir): donde baile ‘uno que entiende’, que se quiten chapas y sermones.

Ah, pero vienen las vicepresidentas, mucho más serias ellas –sí, sí, en plural porque Soraya Sáez de Santamaría lo vicepreside todo, todo, todo- y en una coreografía más ensayada que la de “Mira quien baila”, nos espanta con un frenético meneo de botijo tal que si en vez de bailar ‘al son de’, bailara ‘sobre el’ mismísimo Hormiguero (como apuntaba ‘O Carrabouxo’)

“¡Ah bobos, que sois de los salones comadres de buen tono y andabais allí a caza de galanes embrollos; qué historia habéis perdido, qué manjar tan sabroso…!” Yo lo sé Gustavo Adolfo: votos. Y lo triste, lo más triste, es que es en esos saraos donde se consiguen, no en un debate de altura ofrecido -por ejemplo- por La 2 y modelado por la coherencia. España es “Sálvame de luxe”, “Gran Hermano”, “Quien quiere casarse con mi hijo”, “Adán y Eva”, Trancas y Barrancas. Es decir: estultos, estultas y viceversa. Y nuestra democracia, aunque joven, ha llegado al sumum de la decadencia: un tonto un voto, un vago una paga, un afiliado una promesa. He aquí donde radica la (des)gracia nacional: al vulgo darle necio. 

Por favor, señores corruptores de Atresmedia, Mediapró, canales públicos, plumillas, tertulianos, etc., etc., por vuestra honra, por nuestro futuro y contra esta cleptocracia: enseñadnos a discernir el trigo de la paja, la verdad de la patraña, el pan del circo; a entresacar de la noticia la malicia, del discurso la fanfarria, del arte de hacer política el de hacer el gilipollas; ayudadnos a elegir al honrado no al simpático, al cabal no al guapo, a la sensata no la bailarina. Eso es servir a la nación y lo demás es mierda. No nos jodáis, igual que a medio mundo Julio Iglesias. El pueblo es necio y vosotros –y los políticos- lo sabéis. Tan solo la verdad nos hará libres: haced que en la próxima campaña prevalezca.

Te puede interesar