Opinión

¡Los perejiles atacan de nuevo!

Veníamos de Sebta (Ceuta), enclave que, como nosotros Gibraltar y por el mismo motivo, reivindican los de la chilaba cada vez que el gobierno renquea o la cosa doméstica va mal. Estábamos filmando "Ciudades para el siglo XXI", un programa excelente, atildado de imágenes aéreas que emitía TVE 2. Hacía apenas unos meses que "al alba, con fuerte viento de levante" y una flota de helicópteros y de lanchas, y un despliegue de medios que te cagas, los hombres de "Pancho Trillo" había logrado reconquistar Perejil. Allí se atrincheraban media docena de guerreros de Abd el-Krim, armados (de hambre) hasta los dientes; con un fusil para cada tres, o sea dos, y creo que auxiliados por unas cuantas cabras... Ni los "novios de la muerte", ocupados en ensayar los desfiles de Semana Santa, habían sido considerados suficientes por el Gobierno de Aznar para tamaña misión, así que envió a los tres ejércitos... (shisst, que no se entere de esta gesta gloriosa D. Alatriste Reverte, el abertzale hispano, que la palma).

Nada más aterrizar en Tetuán ya nos lo advirtió la torre: "Han sobrevolado Uds. M'diq". Comoorrr... Chiquito estaba entonces en la cresta (de las nubes), hasta en cabina imitábamos su argot. "M'diq", volvió a repetir el controlador. Sonaba a árabe, pero también sonaba a reproche. ¿Qué le pasa ahora a este pecador de la pradera?, me preguntó Xiana, la operadora de "wescam", una galleguiña xeitosiña y feiticeira, de ojos profundos, como el mar, y asustadiza más que un cardumen de arenques. ¿Puede repetir por favor?, inquirí a mi vez por la frecuencia. "Mike, delta, india, quebec -tradujo el moro-. Han sobrevolado ustedes la residencia del rey Mohamed VI". Y añadió en perfecto sarraceno-castellano, esa especie de jerigonza áspera como aria de gaviota: "Cuando bajen del helicóptero diríjanse directamente a la oficina de control de operaciones, muchas gracias". Lo último lo jacareó dos o tres veces.
 ¡Ay, dios!, ¡ay, dios!, no cesaba de repetir Xiana, con una tiritadera de fiebres tercianas. Y yo: aquí no se dice así, aquí se dice "salam aleikum", la paz sea contigo; ya verás, tranquila, déjame a mí. Y, por si acaso, me pertreché de unos cuantos tetrabrik de vino Don Simón y de un cartón de Marlboro, traídos al tino por supuesto, que tan buen resultado me daban para espantar problemas, siempre que me paraba a repostar en los aeropuertos de Agadir y Casablanca, en ruta hacia o desde las Canarias. De paso, también busqué la cartografía de baja cota de la zona, para argumentar que allí no aparecía ningún área "restringida" ni "prohibida" que, nunca mejor dicho, hubiésemos desairado a nuestro paso.
 Nos retuvieron muchas, muchas horas. Nos hicieron pasar y repasar al derecho y al revés todas las imágenes (allí solo aparecía Ceuta). Nos brindaron muchos vasos de leche con almendras y mucho té, para hacer más cabal el interrogatorio. Y venga, "e dalle", y que "arredealá" que dónde guardábamos las imágenes del "ruá" bañándose en la playa. Y yo pensando: ese la tiene pequeña. Y vuelta otra vez el poli bueno y el malo y los milicos... Y mas té. Y yo que nada, que eso era lo que había, de verdad, se lo juro (los juramentos, sobre todo en falso, siempre causan muy buena impresión entre los árabes). Y al final, como siempre, que "aleikum salam" y que cuántos camellos quería yo a cambio de Xiana...
 Ya de vuelta a casa, más repuesta, me salta indignada la gallega: "¡Pero esos moros de mierda, qué se han creído; antes degollada, vamos!". Y yo: que era broma mujer, que le gustaron tus ojos (de vaca, eso no se lo dije), que esos nunca se comen una rosca... Y al aterrizar, ya a buen recaudo, en el cuartel militar de Ceuta -entonces aún no existía el helipuerto civil- le digo: Imagínate qué pasaría aquí en España, si un helicóptero con matrícula mora, con un menda moro a los mandos, con un equipo de filmación y retransmisión de imágenes de última generación, operado por una mora, hubiese sobrevolado el palacio de Marivent o la Zarzuela, con las meninas y los meninos en paños (o tallas) menores mariconeando en la piscina...
 Pues eso, al César lo que es del César y a los "perejiles" y "picoletos", un buen tirón de orejas, para que no vayan por ahí de marines iluminados y girasoles ciegos, y antes de dar el alto (y el cante) para pedir la documentación y hasta las huellas genitales si se tercia, al propio rey Mohamed VI de Marruecos, sepan distinguir entre enseñas (reales) y pendones (marineros)... ¿o al revés? ¡qué lío de pendones...

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