La historia de comportamientos prepotentes y abusivos por parte de las grandes corporaciones de servicios es alargada y densa. Si Vodafone -por un problema informático de la compañía- pasa a facturarle como un autónomo que no es, átese los machos para enderezar el entuerto. Hablará con señoritas en las islas Caimán o Tánger, que no tienen ni puñetera idea de su problema, con lo que le entrará una sensación de impotencia mala para la salud. De Telefónica, mejor ni hablar: contrate ADSL con equis megas por equis dinero y comprobará como nunca recibirá lo que le cobran.
Ahora llegan las eléctricas con facturación mensual. Vea como el primer recibo es inusualmente bajo, por lo que cualquier día le llegará otro inusualmente alto con la lectura de contador ajustada y la subida de tarifas de enero, a cuyo precio le meterán la energía pendiente de pago del año anterior, cuando era más barata. O sea, una estafa si alguien no lo arregla.
