Opinión

Pilar Alonso Canto

El ragdolls (en inglés literalmente "muñeca de trapo") es una raza de gato característica por su docilidad extrema. Los ragdolls adoran a sus dueños humanos y no les gusta estar solos, reaccionan poco al peligro y se muestran dóciles y tranquilos, son caseros y muy inteligentes.

Una particularidad del ragdolls consiste en el hecho de que cuando es tomado en brazos es capaz de aflojar completamente sus músculos y relajarse del todo hasta volverse inerte y mullido como un muñeco. Esta característica es la que justamente explica el origen de su denominación.

Algunas veces y dado que nunca prevengo a los protagonistas de estos artículos, me preocupa que el animal elegido no sea de su agrado, pero en el de hoy no hay ningún temor puesto que Pilar Alonso Canto, además den ser una beligerante defensora de todos los animales, tiene en su casa entre otros, a una preciosa gata que entre las dos forman parte de una bonita historia.

La gata, llamada Chula, 25 años, de una raza procedente de Isla de Man (Reino Unido), habitaba en las inmediaciones del comercio de La Region. Durante muchos años, y por la manzana interior, Pilar Alonso día tras día le daba de comer. Chula, la gata errante, ya estaba habituada a la cita diaria con su benefactora, hasta que un día parió debajo de un mostrador en la planta de abajo y entonces Pilar decidió que se quedaría a vivir en su casa con los otros animales que ella tiene. Y Chula aceptó, entre otras cosas por que se iría vivir a la casa de ¡una amiga de siempre!, de una amiga ¡de toda la vida!

Pilar Alonso Canto nació en Senra, Ortigueira, y en 1978, en compañía de su marido, Manolo Bustabad (prestigioso aparejador), se establecieron en nuestra ciudad, dado de que el trabajo de Manolo estaba muy localizado en esta provincia.

Pilar, como la gata de mi cuento, es extremadamente afable, dócil, cariñosa y persona que cultiva la amistad como nadie; inteligente y muy observadora, no se le escapa nunca ningún detalle, pero es muy prudente y, sobre todo, muy solidaria con todo lo que su amplio ámbito de convivencia le permite ver y sentir.

La conocí recién llegada a Ourense; me dijo que aquí no conocía a nadie y que nuestra ciudad le parecía un poco fría, pero mucho más bonita de lo que le habían contado. Yo la animé un poco, le comenté el “topicazo” de que era un lugar en el que se entraba llorando pero también se salía llorando. Ella me dijo que "bueno, ¡ya nos acostumbraremos!"

Es frecuente que personas que lleguen de fuera pongan en valor conceptos y costumbres de nuestro Ourense, pero Pilar Alonso Canto es un extraordinario ejemplo del orgullo, la pasión y sobre todo del conocimiento positivo que se puede poner al hablar y enorgullecerse de este ¡su Ourense! del que, insisto, conoce yo diría que todo: gastronomía, arquitectura, gentes y todos los lugares o templos de la cultura de nuestra hermosa provincia. Pilar es el paradigma de esas personas que sin haber nacido aquí nos enseñan a valorar y defender lo nuestro, a veces mucho más que nosotros mismos.

Muy amante de las plantas y los animales, a mí Pilar me recuerda a Jane Goodall, La intrépida investigadora que tanto ha hecho por la defensa de los chimpancés en Tanzania desde los años 60. Y salvando las diferencias de sus respectivas selvas, las dos son de aquellas mujeres en las que el amor a sus semejantes nunca tiene límites para repartirlo entre todo lo que las rodea. Y es en esto donde Pilar no se asemeja a la gata de nuestra historia; ella nunca se relaja, nunca afloja en el esfuerzo y la atención a sus animales, Pilar siempre está al quite, a la denuncia por el maltrato de aquellos a los que solo les defienden personas como ella. Estoy gratamente convencido, de que nunca se irá de Ourense, pero si así fuere, seguro que lo haría ¡llorando!

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