Opinión

Obama, eliminado

Todavía no podemos imaginarnos las consecuencias que le traerá a la política nacional e internacional de EE.UU. la olímpica derrota de Barack Obama en la lucha por los Juegos de 2016, en la que Madrid perdió dignamente al superar a las favoritas iniciales, el Chicago del presidente estadounidense y Tokio.


Obama sugirió hace meses que podría viajar a Copenhague para defender la ciudad donde se formó, de donde es su mujer, Michelle, y el área más populosa de Illinois, estado del que fue senador.


Ya entonces recibió críticas, que arreciaron cuando fue a Copenhague. Llegaron de senadores y congresistas tanto demócratas como republicanos y, además, no recibió el apoyo unánime de Chicago, ciudad dividida sobre la conveniencia de organizar los JJ.OO.


Ningún presidente estadounidense se había implicado antes en rivalidades de esta naturaleza. Trajano, emperador romano, no compite en nombre de su nativa Itálica con Cappadocia, Cartago, Babilonia o Alejandría. Hacerlo supone reconocer públicamente que él y el Imperio han perdido poder.


En segundo lugar, la pelea de un presidente estadounidense por una ciudad con tres millones de habitantes, por muy en crisis industrial que esté, es una toma de postura localista inédita en la Presidencia de la nación del igualitarismo cívico, y cuyo titular considera su hogar cualquier lugar del país.


Y en tercer lugar, porque de no ganar, el presidente de EE.UU. quedaba desnudo ante el mundo: hasta Ahmadineyad le llamará perdedor en cualquiera de sus discursos. Obama quedó en último lugar. Su autoridad quedó seriamente dañada en Copenhague. El poder de su oratoria y el carisma que lo llevaron a la presidencia se diluyen. Aunque Río favorecerá a EE.UU.: Brasil incrementará su influencia en Latinoamérica, lo que ayudará a Washington a contener el iluminado expansionismo del modelo Chávez.



Te puede interesar