Opinión

El asesor iracundo

En estos días próximos a la cita electoral, los componentes de los partidos en liza y especialmente los que están en puestos de gobierno se afanan por meter la pata lo menos posible. Son más cuidadosos en el trato, derrochan buen rollo con los periodistas, procuran no exhibir modales abruptos y abrazan, besan, dan palmadas, aprietan la mano, saludan con cercanía y buscan la complicidad del pueblo llano y sus estamentos. Todo eso se lo han debido recomendar sus jefes a este sujeto llamado Andrés del Reino para que vaya por la vida más sereno, pero no ha hecho el menor caso a las advertencias y la ha montado tan gorda en el aeropuerto de Santiago que ha acabado pasando la noche en el cuartelillo. Ha sido puesto a disposición judicial una vez en libertad con cargos, a la mañana siguiente.

Andrés del Reino, funcionario de carrera con plaza en la Dirección General de Tráfico ejerce hoy como asesor en el ministerio de Igualdad y hace unas noches hubo de ser reducido por una pareja de la Policía Nacional tras montar un escándalo en el mostrador de Ryanair, insultar a las azafatas de tierra y agredir a los dos policías llamados por ellas para que las protegieran de un pasajero que se estaba poniendo muy violento. Andrés, hijo de una buena familia de Bailén, con un padre empresario de cierta relevancia en la zona, obtuvo su condición de funcionario aprobando con buena nota la oposición, y ha ido saltando de mesa en mesa y departamento en departamento hasta ser llamado por la ministra Montero para formar parte de su equipo de asesores. Hasta ahí todo bien, aunque según he leído, los que lo conocen dicen que tiene un pronto.

Fue, sospecho, el que le salió del alma para armar la trifulca que armó en Lavacolla, un vergonzoso episodio de aquellos insufribles de antes: “vosotros fascistas, y vosotras putas, nos sabéis con quién estáis hablando. Se os va a caer el pelo, soy asesor de Irene Montero y ya os podéis ir despidiendo de vuestros uniformes porque mañana estáis en la calle”. El modélico asesor terminó contusionando a uno de los policías y robándole el móvil. “Me detenéis porque soy homosexual y de Podemos” vociferaba de camino al trullo. Montero se ha puesto de perfil y ha respondido que ella no se mete en la vida privada de su gente. A quien nunca llevó bragas las puntillas le hacen llagas, que decía mi buen padre.

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