Opinión

La familia Picapiedra

Las comparecencias entre los dos interlocutores que han copado la mañana política de ayer muestran también las notables diferencias que en materia de estrategia política separan a los actores de este encuentro probablemente tan inútil como todos los demás pero tan bien aprovechado por Iglesias como lo han sido los anteriores. Pablo Mármol le lleva ganando por la mano a Pedro Picapiedra desde que el representante socialista se puso a ello, le ha toreado, le ha dado una paliza en el Hemiciclo y le ha vuelto a zarandear en este encuentro al que Sánchez ha acudido creyéndose el activo principal y sobre el que por tanto ni ha preparado nada ni ha estudiado sus condiciones con el necesario olfato para hilar fino y obtenerle un cierto partido. Es muy flojo este Sánchez al que le puede su deseo insaciable de llegar a la Moncloa al precio que sea que es precisamente lo que el otro tertuliano sabe con creces. En su sesión de investidura le dio con la mano abierta y ahí sigue Sánchez acudiendo mirándose en los espejos al pasar, sin darse cuenta de que le están manipulando, engañando y domesticando incluso en el más que probable caso de que el encuentro será otra tanda de fuegos de artificio y no arregle una situación que sigue oliendo a nueva cita electoral porque no conviene olvidar que ambos han hecho un apaño que nunca podrá tolerar Albert Rivera si es coherente.

Pablo le ha dicho a Pedro que de la problemática cuestión del referéndum catalán ya se encargan los suyos en Cataluña y el líder de los socialistas catalanes a medias. Que lo estudiarán, presentarán un informe y luego ya veremos. Que Rivera no tiene que enterarse de ello y si se entera que se entere por otros que no por ellos. Rivera no creo que esté por tragar un sapo como este, pero…

De todos modos, Iglesias ha demostrado que es un tipo muy hábil. Mal enemigo si te toca enfrente y probablemente mal amigo si hay que caminar juntos. Pero listo es como él solo. Ha depositado la posibilidad del entendimiento en Pedro y le ha mandado una bola rasa a Rivera para que si no hay pacto, la opinión pública responsabilice al catalán de no haberlo. Le ha pedido a Rivera un acto de generosidad, un ejercicio de política responsable. Y Sánchez ya no sabe por dónde se las meten. Ni qué hacer con el famoso pacto de gobernabilidad con Ciudadanos.

En mi opinión, un callejón sin salida. Pero también un ejercicio de lucimiento de Iglesias que ha dejado a Sánchez en cueros.

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