Opinión

Los viejos mitos

Las carteleras del cine para la temporada que se avecina a partir del final del verano nos anuncian la vuelta de los mosqueteros de Dumas y una revisión a la baja del conde Drácula con Nicolas Cage en el papel, lo cual me inquieta sobremanera. Ambas propuestas proceden en su origen de plumas expertas y famosas que dieron nobleza al relato novelado de principios y finales del siglo XIX –Alejandro Dumas nació prácticamente con el siglo y dio a la prensa su primera entrega de los  espadachines en 1844, y Bram Stocker nació tres años después de esta publicación  e inventó a su diabólica criatura en 1897- y ambos fueron capaces de imaginar algunos de los personajes que con más frecuencia se han llevado al celuloide con éxito casi garantizado. Pero si bien el francés se hizo millonario con sus relatos, el irlandés apenas olió una libra por los derechos de autor de su celebrado vampiro que, al paso de los años, ha resultado el nombre de ficción que, junto al Holmes de Conan Doyle, ha sido llevado más veces al cine. Una fuente inagotable de generar dinero.

Como ya voy para viejo y comienzo a sentir el paso de los años en las dificultades que me surgen a la hora de enfrentarme a las nuevas creaciones tanto literarias como musicales y artísticas, estoy encantado de que los viejos mitos universales y por tanto, los nombres que dan cuerpo a los romances de toda la vida, sigan dominando la gran pantalla. Y naturalmente tengo mis preferencias al respecto. En mi opinión ninguna versión de  “Los tres mosqueteros” iguala en destreza y humor a la versión rodada prácticamente entera en España por Richard Lester, con Michael York, Christopher Lee y Raquel Welch en los primeros papeles mientras que tengo por seguro que no hay mejor Drácula cinematográfico que el citado e inconmensurable Christopher Lee en sus papeles para  Hammer Film. Pero del mismo modo, he de reconocer que chungo debe estar el nivel de talento creativo entre los creadores del séptimo arte y sus guionistas de cámara cuando hay que echar mano de los viejos héroes para alimentar las tramas de las  nuevas películas. Yo estoy encantado de rencontrarme con mis amados D’Artagnan, Athos, Porthos y Aramis, con milady de Winter y el cardenal Richelieu, pero no sé qué opinarán de ellos las nuevas generaciones. La mayoría de los miembros de las nuevas generaciones no ha abierto un libro de Dumas en su vida.

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