Opinión

La paradoja como discurso político

Apesar de lo que le aconsejan los más veteranos de su grupo político y a pesar de lo que le cuentan unas encuestas que predicen cierta propensión al descalabro, Pedro Sánchez no se ha movido de la posición en la que se plantó tras la primera cita electoral y ahí sigue anclado en un ideario que no convence a Ferraz y que se convertirá en guadaña a poco que los resultados del próximo día 26 le resulten tan desfavorables como predicen los sondeos. Un Sánchez de paseo por televisión y los foros que organizan los periódicos, sigue manteniendo su controvertido discurso del mismo modo que sigue vistiendo con tan poco encanto como se vestía. Ni su imagen ni su discurso han ganado a pesar de los meses transcurridos probablemente porque, a pesar de lo que en Ferraz se considera lógico, el candidato socialista ha decidido morir matando con su confuso ideario por bandera. Con él obtuvo el peor resultado de la historia del PSOE, con él aceptó el encargo del Rey para formar gobierno sabiendo que perdía, y con él vuelve a la carga en esta convocatoria comprometiendo seriamente el futuro de un partido de la trascendencia del socialista.

Los historiadores consideran a Carlos III como el paradigma de la paradoja. Fue el mejor alcalde de Madrid pero desde el disgusto del motín de Esquilache procuró residir el menor tiempo posible en ella, se convirtió en el monarca de la Ilustración por excelencia pero en verdad apenas leía, despreciaba el teatro, odiaba la música y no sabía bailar, y fue un católico profundo y fervoroso que expulsó de sus territorios a los jesuitas y obligó al Papa a firmar un decreto que los disolvía. Y sin embargo, tan solemnes incoherencias en nada estorbaron un reinado excelente.

Sánchez ha debido tomar nota de todo ello y se ha abonado con pasión al contrasentido. Por eso asegura que gobernará para todos pero afirma que lo primero que hará será establecer un acuerdo político privilegiado para Cataluña, se presenta como el adalid del diálogo pero se niega en redondo a establecerlo con el Partido Popular, y expresa las bondades de la socialdemocracia y anuncia que su prioridad es entenderse con Podemos e Izquierda Unida. Está en las mismas de siempre. No es ambicioso pero a lo único que aspira es a ocupar la Moncloa. Desgraciadamente lo primero que ha de ocurrir para intentarlo es quedar segundo. Y eso está por ver todavía.

Te puede interesar