Opinión

Preparar el campo

El desarrollo de  nuevos modelos de intercomunicación nacidos al amparo de las nuevas tecnologías informáticas inspira también la certeza de que estamos cruzando la frontera de un tiempo renovado. Es un paso que inspira dudas y temores como todas las épocas que han significado modificaciones de importancia en el comportamiento humano. Las generaciones más viejas se muestran renuentes a las mutaciones y expresan su temor al cambio mientras los más jóvenes lo imponen y lo afrontan con la naturalidad del que comprende las razones y los secretos de ese cambio. Personalmente, cuando alguno de mis dispositivos se atranca o renuncia a ponerse en marcha, se lo cedo a alguno de mis nietos. Todos ellos son capaces de resolver el problema de un modo que a los viejos nos parece mágico.

El de ahora  es profundo y se ha presentado además a mucho ritmo y muy potente lo que puede interpretarse también como una amenaza a situaciones de seguridad garantizada antaño. Son aspectos difíciles de aceptar para determinados estamentos.

 Estoy seguro que los expertos en comportamientos sociales y los gurús de la comunicación están improvisando sobre la marcha y a velocidad de vértigo aquellos protocolos necesarios para aplicar al proceso un cierto orden lógico. Lo que de verdad es sin embargo la materia que debería servir para un ejercicio común de reflexión  es si es posible reglar el fenómeno y otorgarle protocolos que lo encaucen al gusto y al respeto de la mayoría lo cual no es tarea fácil. Personalmente creo que la mayor necesidad de este escenario nuevo en el que nos estamos desempeñando es la preservación del espacio personal. Cada vez estoy más convencido de que lo que va a salir más perjudicado en este constante y vertiginoso ámbito es la privacidad. Nada menos. Y también me preocupa y me alarma el convencimiento de que nadie está dispuesto a legislar para otorgar a esta situación de creciente riesgo un tratamiento  sensato y coordinado.

Creo firmemente en la libertad  pero creo que el argumento de la libertad  no puede constituirse en único remedio para resolver los peligros que unas tecnologías de prestaciones ilimitadas pueden estar generando. Por tanto hay que asumir responsabilidades y establecer reglas. No se trata de ponerle vayas al campo. De lo que se trata es que ese campo pueda sembrarse.

Te puede interesar