Opinión

Lo que nos gusta la holganza

Estamos en un país muy inclinado a la fiesta. Si trabajáramos todo el día y no le diéramos al cuerpo oportunidad alguna de reivindicarse seríamos noruegos o algo mucho peor, finlandeses, por ejemplo. Pero resulta que procedemos de un lugar situado al sur de casi todo –incluso el norte del país es sur profundo para los demás- en el que no se destila para fabricar licor sino que se pisa la uva y la uva necesita sol y agua para crecer en paz. El sol sigue estando garantizado aunque lo del agua se está convirtiendo en un problema y más que en un problema, en una amenaza.

Dicen los cronistas de la historia que a los legionarios romanos que se licenciaban con honor les premiaba el Estado con tierras. Y que una gran mayoría de veteranos de las gloriosas escogía la Hispania para retirarse, aquella tierra de los conejos en la que cualquier cosa que se tirara al suelo brotaba. Higueras, manzanos, perales, cebada, amapolas, cerezos, girasoles, lechugas… Muchos organizaban su vejez a la orilla del mar como si fueran los guiris de ahora. Los guerreros reposaban tumbados en la playa.

Todas estas reflexiones me vienen de golpe al repasar las imágenes que me llegan de Sevilla en plena Feria de Abril donde, a juzgar por las estampas que circulan por el universo mediático, ha ido a parar todo el mundo demostrando lo que yo decía al principio de esta página. Que somos un país muy festivalero y que entre nosotros, cualquier momento es bueno para darse a la cuchipanda. Ya no es que estén Joaquín y su mujer sin cuya presencia la feria no sería posible, sino que está la influencer Victoria Federica de estirpe real –al parecer se le escapó el caballo y a poco si atropella a un paseante- los Estopa cantando por lo espontaneo en una caseta, la ministra de Justicia con traje de faralaes y rosetón rojo sangre en la punta del moño, la duquesita de Alba, y todas y todos los que no puede faltar desde Eva González a Manuel Benítez y desde Rocío Crusset a Álvaro Escassi, Carmen Lomana, o Anabel Pantoja. Por ahí ha caído hasta Ione Belarra que, sinceramente, andaba dando tumbos por el Real de la feria como un pingüino en el trópico. En definitiva, que estas cosas que celebramos nosotros sea San Fermín, sean la Fallas, sea la Verbena de la Paloma o sea lo que sea, forman parte para bien o para mal del ADN de esta vieja piel de toro. Y el que no lo entienda…

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