Opinión

El significado de las cosas

He consultado el diccionario de la lengua inglesa para averiguar el significado de la palabra “trump”, y ahora sé que esa acepción es la de “triunfo”, aunque exclusivamente reducida sin embargo a los naipes que permiten hacer bazas en una partida de cartas. Es decir que no define la consecución de objetivos más o menos nobles y más o menos ambiciosos relacionados con la actividad profesional, la cultura, el placer, el deporte, la diplomacia, la política, o incluso el sexo y la guerra, sino que define aquellos naipes concretos que proporcionan la victoria con la baraja de por medio. El aspirante a la presidencia de los Estados Unidos tiene por tanto un apellido victorioso solo a medias, y en español –ignoro si en inglés destila el mismo matiz- retumbarían al pronunciarlo los ecos de un ámbito quizá un pelín putañero y tabernario. “¿En qué triunfa” preguntaría a su compañero de juego un vejete con la boina calada hasta las cejas y la garrota a mano preparándose para disputar al tute con sus rivales un décimo de lotería o una huerta de regadío que tanto monta monta tanto. “En espadas, coño, que no te enteras de nada”, respondería su pareja mucho más avisada atizándole a la mesa un palmetazo que haría temblar la escopeta de caza colgada del respaldo de la silla...

Eso es, precisamente, lo que significa “trump”, que es por tanto un concepto más doméstico, más de andar por casa y con menos lustre que si se aplicara para definir para la posteridad por ejemplo la hazaña de Mireia Belmonte en los doscientos metros mariposa. Para lo de Mireia hay por fortuna otras soluciones idiomáticas más nobles que el apellido de este loco peligroso que aspira, para desventura de todo el planeta, a la Casa Blanca.

Sin embargo, y ahondando en terminologías más propias del lenguaje coloquial, he averiguado que puede aplicarse jocosamente a una ventosidad particularmente escandalosa que es un matiz que sí está mucho más en consonancia con la delirante personalidad de este pernicioso individuo que ha conseguido acojonar incluso a las figuras más descollantes de su propio partido. Un centenar de esos sujetos que un día le prestaron apoyo e incluso muchos de los que desempeñaron cargos de responsabilidad en la administración de George Bush junior ha decidido retirarle públicamente el saludo. Pues haberlo pensado antes.

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