Opinión

Comamos bien y mejor

Sí, señores. Ahora, con  la cocina moderna, comemos pétalos de flores y toda una selección de hierbas en cada uno de los platos que consumimos. No sólo el campo, sino la floristería entera echa raíces en nuestros menajes de cocina. Sin embargo, estos mismos utensilios casi desconocen, salvo excepciones, lo que fueron durante casi toda la vida las ricas legumbres, fuentes sanas de alimentación de nuestros antepasados y de nuestros padres. Tiempo este último que todavía está a la vuelta de la esquina y que aún conocimos. Las legumbres, esas pequeñas maravillas con las que se hacían estupendos potajes, han quedado relegadas a platos que aún conservan el marchamo de “regional”. Pero alegrémonos. Estos menús aún son reconocidos por encima de los que se distinguen por la estética que representa un plato de gran tamaño luciendo en su centro la mitad de un guisante rodeado de colorines y que tampoco gusta de la patata.

Por fortuna para el buen comer, todavía en algunos lugares como Galicia, predominan los buenos cocidos y las materias primas con las que nos beneficia la tierra y el mar, degustadas tal y como son, sin disfraces que mezclen sus extraordinarios sabores con “gachipuches” que desvirtúan sus esencias. Oiga, si quiere carne, coma carne, y si pescado, pues pescado, y si quiere una mezcla, prepárese una buena ensalada que siempre se agradece. Yo he sido testigo más de una vez de cómo la mayoría de comensales en restaurantes, digamos para entendernos, de altos vuelos o ringo rango, alaban las artes culinarias de los considerados nuevos cocineros, y seguidamente, sotto voce, añoran sin recato una buena “carne ó caldeiro” o un buen “pulpo á feira”.

Pero volvamos a la sabrosa legumbre que hoy, en términos generales, es un menú visto así como pobre, y que sin embargo, es repetidamente recomendada para todos por la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, debido a las grandes virtudes nutritivas que conlleva para la buena alimentación. Las legumbres apenas contienen grasa y cubren con creces, además de otras ventajas, las necesidades energéticas que precisa el organismo humano, amén de significativos macronutrientes. Sin despreciar nada, que por supuesto todo es bueno, de momento dejemos la floristería para futuros inciertos y comamos sano y seguro. Y algo a tener en cuenta: económico. ¿No les parece?
 

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