Opinión

Dicen del amor

Dicen que el primer amor nunca se olvida; o que el amor, cualquiera que este sea, es lo más hermoso de este mundo y merece la pena ser experimentado, porque sin amor no se puede vivir. Que el amor es un sentimiento que lo inunda todo, aunque a veces se confunda con lo que nada tiene que ver con él. Los poetas, los literatos, el canto, el cine y todas las artes, han recreado relatos de amor con los que se ha llorado o ha sentido la dicha. Las mitologías, la propia historia y el folklore de cualquier país, de cualquier tiempo, destacan que el amor es felicidad pero también perdición, porque en él pueden caber los celos, la pasión desbocada, el ofuscamiento y otros sentimientos como el olvido o el abandono, que aún siendo amor, a través del sufrimiento de quién lo siente o quién lo padece, lo hacen imposible. 

Dicen también que el amor es el motor que mueve el mundo. Aunque en la realidad se entremezcla no en pocas ocasiones con el dinero, el capricho, el poder, o cualquier otro interés que proporcione beneficios crematísticos. Una mezcla que niega lo auténtico. Pero parece que es verdad que nadie puede vivir sin amor y hay muchos amores donde elegir. El corazón necesita volcarse en alguien, en algo, aunque hay quien sólo se ama así mismo y se basta y sobra. Pero quien lo siente o lo ha sentido de verdad alguna vez, el que ha amado o ha sido amado, tiene infinitos motivos para ser muy feliz. Y esa felicidad unas veces decantada en alegría y otras, prendida en la nostalgia, la hace revivir una palabra, las hojas doradas del otoño, el murmullo de una fuente, el sabor de una fruta o simplemente el olor de la tierra. 

Pero existe algo que generalmente va unido al nacimiento del amor, a su letargo, o a su muerte. Es la música. La música que inunda los sentidos, se introduce en lo más recóndito del corazón, impregna los vericuetos más escondidos de la memoria y brinda la visión de nuevos mundos. Son siete notas de un pentagrama cuyas combinaciones pueden llegar hasta el infinito que celebra el mundo. Cada ser humano puede elegir en ese tupido bosque cálidamente matemático lo que más le conmueve. Y para ello, a través de los siglos, se ha creado un universo de instrumentos que transcienden la melodía escrita o improvisada, y que acompaña al tañer de la naturaleza, el viento, y sobre todas las cosas, el acento humano.

Te puede interesar