Opinión

Mentirijillas

Es corriente que cuando se está en algún sitio en el que es necesario hablar con exactitud y fluidamente ante el público, si se tropieza en una palabra las demás, como por efecto dominó, se atraviesan y no encuentran el camino apropiado para llegar al final feliz. Por eso es necesario dominio, preparación y resortes de la improvisación para reconducir, sin aturullarse demasiado, lo que se quiere decir. Algo así pasa con la mentira. El mentir una vez, es abrir un camino de mentiras que raramente puede remediarse, y únicamente se puede salir del atolladero con un compuesto de cinismo, frialdad  y cara de no haber roto un plato nunca. También cabe para el remedio echar la culpa a otro por dar una información equivocada, pero eso ya es otra mentira. El caso es que la neurociencia a través de sus estudios realizados sobre el tema, asegura que una mentira lleva a otra sin remedio. 

Pero, ¿por qué se miente? Bueno, son muchas las motivaciones que inducen a ello, e incluso puede llegar a ser una patología. El trabajo llevado a cabo por un grupo de científicos del Reino Unido revela que mentir repetidamente insensibiliza el cerebro y éste pierde su efectividad ante las falsedades. La investigación publicada en la revista Nature Neuroscience, expone con claridad el proceso que se produce en el cerebro por la mentira. El trabajó fue realizado con ochenta voluntarios mediante escaneo cerebral, y el resultado del mismo dejó patente que la amígdala asociada a la emoción se activaba y disminuía con el engaño mientras la gravedad de las mentiras aumentaba. La publicación sigue pormenorizando sobre este proceso en el cual no vamos a entrar por razones evidentes. Es algo para entendidos. 

Pero ante el hecho de que la amígdala que sufre las mentiras disminuye según las va recibiendo, habrá que pensar que muchas amígdalas ya no pueden existir, consumidas por tantas como se cuentan y dicen cotillas y políticos. Pero, en honor a la verdad, esa que ya está fuera de lo común, ¿quién no ha dicho, escuchado, u ocultado una mentirijilla en su vida? ¿No creen, mis queridos lectores? Piénsenlo. Así como cada cual, se dice, yo no lo sé, tiene un cadáver en el armario, ¿quién no tiene también un pequeño embuste con patitas cortas escondido? ¡Ay, las mentiras, a veces dichas por piedad, por intereses o porque da la gana, que de todo hay!

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