Opinión

ALEMANIA VIVE DE REALIDADES. NOSOTROS HEMOS VIVIDO DE PRESTADO

España se encuentra convulsa y más profundamente afectada de lo que cree la clase política. Si se analiza la Historia se verá que las castas, sean del tipo que sean, una vez instaladas en el poder tienen como única preocupación mantenerse a toda costa, y ello les lleva a no querer ver la realidad que les circunda. Construyen su propia realidad y viven en su burbuja, hasta que la otra, la realidad verdadera, acaba estallando y generalmente con dosis de violencia. Me comentaba hace unos días Amando de Miguel, el conocido sociólogo, que los datos 'científicos' que definen la situación social de España indican algo muy complicado, y todavía no tiene totalmente claro el por qué no se produce el estallido social, y eso que en los momentos en los que charlábamos no había visto la luz el último de los escándalos, el que afecta al Partido Popular, derivado de los supuestos sobresueldos en dinero negro de su cúpula.


Después de una comparecencia que defraudó a no pocos españoles, tratando de explicar la situación interna de su partido y la personal suya, Rajoy viajó a Alemania a entrevistarse con Merkel. Algunos elucubraban sobre la actitud de la mujer que manda en ese país, y, concretamente, si pondría reparos a la entrevista o a los comentarios finales. Ese pensamiento implica desconocer lo que sucede en Europa. Como era previsible, Merkel atendió a Rajoy, celebró una rueda de prensa conjunta, aclaró que Alemania confía en que nuestro presidente del Gobierno sea capaz de superar la situación y que nos apoyará en lo que haga falta. Y, después de esto, se quedaría estupefacta cuando Rajoy pronunció la frase que ha hecho correr sonrisas y lágrimas a lo largo y ancho de España: 'Todo es falso menos alguna cosa'.


España ha sido muy importante para Alemania en estos años de vida del euro, porque la llamada moneda única ha supuesto el gran negocio para los alemanes, que han obtenido muchos beneficios directamente derivados de ella. Alemania es un país potente, con una estructura industrial poderosa, con magnifica tecnología y un cuadro de relaciones profesionales y laborales en muchos aspectos indudable. Tiene, además, un concepto muy poderoso de nación, como demostraron cuando abordaron la ingente tarea de su reunificación. Producen con gran eficacia. Pero, claro, todo eso no sirve de mucho si al final no son capaces de vender sus productos. Alemania es un país exportador por excelencia y en ese superávit de su balanza comercial se encuentra la justificación formal de su fortaleza. Exporta por todo lo que tiene detrás, pero necesita algo por delante: mercados con capacidad de comprar sus productos.


El principal destino de las exportaciones alemanes se llama Europa. Eso incluye a países como España, Italia, Portugal, Grecia, entre otros. Son economías menos potentes que la alemana. Tienen menor capacidad de compra. Pero, claro, si les dotamos de la misma moneda el problema en parte se soluciona. Por eso el euro ha servido para que esas economías débiles, entre ellas España, se creyeran que eran igual de fuertes que Alemania. Un espejismo, claro. Alemania vivía y vive de realidades. Nosotros nos instalamos en una especie de sueño, y comenzó una fiebre consumista debido al euro, que se instala en el 2002. Los gráficos muestran un crecimiento exponencial de las exportaciones alemanes a Europa y al mundo en general. Eso generó para ese país un gran superávit comercial. En nuestro caso, un déficit comercial poderoso.


¿Con que dinero comprábamos? Con euros ¿Ganados por nosotros? No. Simplemente prestados. Consumíamos con dinero prestado. Y lo malo del dinero prestado es que al final hay que devolverlo. Y como nuestra economía necesita financiación, entre otras cosas para pagar las deudas, como no podemos emitir dinero porque hemos cedido soberanía monetaria al BCE, como en esa institución manda Alemania, o le garantizamos a Alemania que le vamos a pagar lo que le debemos, o nos colapsan. Y eso es lo que hemos hecho estos tres últimos años: una política para nuestros acreedores, mas que para nuestras gentes. Pagamos, sí, pero 650.000 pequeñas y medianas empresas han desaparecido, el consumo se desploma, la irritación social aumenta.


Si nuestra economía no es igual a la alemana, ¿como va a ser posible tener la misma moneda? La pregunta es elemental, pero nadie se la cuestionaba en la calle. Cada uno tiene que tener el valor de la moneda que corresponde a su situación real. Como no podemos devaluar, la consecuencia es clara: reducción de salarios y pérdida de valor de los bienes. Exactamente lo que ha sucedido. Y seguirá sucediendo por un tiempo. Y los políticos jamás han explicado esto tan elemental. Una empresa se levanta en muchos años y se hunde en minutos. ¿Cuánto tardaremos en reconstruir nuestro tejido empresarial asolado por la crisis?. Nosotros somos clientes de Alemania y le interesamos mucho, aunque solo sea para ayudar a mantener el euro.Por eso nos reciben y hasta nos aplauden en mitad de este asombroso caos que vive España. Porque pagamos, pero me pregunto ¿A qué precio?

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