Opinión

EL EURO NO ES DE VERDAD UNA MONEDA ÚNICA

El euro, cuya implantación es, para una porción de españoles, el inicio de nuestros problemas, es unánimemente calificado como la moneda única europea. Pero no es correcto. Importa comprenderlo, así que vamos a ello. Ante todo, reconocemos al menos tres modelos, tres formas de enfrentarse al hecho europeo. Históricamente, Europa es una referencia geográfica y cultural, un entorno de esta naturaleza dominado por un modelo político concreto: el Estado-Nación. El modelo no ha sido estático a largo de su historia sino que ha conocido de integraciones desde unidades inferiores en otras superiores, como sucede con los Lander alemanes para formar Alemania o los Cantones Suizos que dan origen a la Confederación Helvética, y también de desagregaciones de uniones excesivamente artificiales como sucedió con la extinta Yugoslavia. Pero en todo caso subyace la dimensión cultural de Europa y su configuración sobre la noción básica del Estado-Nación.


Nosotros, los gallegos, somos conscientes de esa dimensión cultural de Europa, puesto que quizás la mejor prueba de ello radica en nuestro Finisterre, el lugar en el que el mundo conocido acaba, un simbolismo profundo que esconde el viaje del alma humana concluida la cobertura corporal terrestre. En ese entorno de vieja espiritualidad, el Camino de Santiago desde hace mil años atrae a los mejores cerebros y capitales de Europa en busca de un no-se-qué simbolizado en las reliquias del Santo, que, teóricamente al menos, se conserva en nuestra tierra en su tumba venerada. Quizás ese trasiego del Camino de Santiago sea, como digo, la mejor de las pruebas de la dimensión cultural de la Europa del Siglo XI.


En la actualidad, mil años después, diferenciamos tres formas de entender Europa. Noruega y Suiza, por ejemplo, son geográfica y culturalmente Europa, pero no quieren formar parte de la llamada Unión Europea. Y no están ni quebrados ni arruinados. El segundo modelo es el de Suecia, Dinamarca, Inglaterra, que siendo formalmente miembros de la Unión Europea, no lo son de la Unión Monetaria, es decir, que conservan no solo sus monedas propias, sino, además, su soberanía monetaria,su propio Banco Emisor, sin estar sujetos a las políticas ejecutadas por el Banco Central Europeo de la Europa Alemana. Y Suecia y Dinamarca, hemos de reconocerlo, son ejemplos vivos de capear la crisis que nos asola. La tercera forma de integrarse en Europa es la pertenencia a la Unión Monetaria, es decir, ceder soberanía al BCE y adoptar la 'moneda única' llamada Euro. Ahí están muchos y entre ellos, en el pelotón de cola, España, Grecia, Portugal y en gran medida Italia


Pues bien, al margen de otras consideraciones, ante todo el euro no es moneda única en sentido estricto. Me explico. Tenemos un único instrumento de pago, el euro, pero no una verdadera moneda única. Lo primero es claro: podemos usar el euro para pagar nuestras deudas en cualesquiera de los Estados integrantes de la Unión Monetaria. Las podemos pagar en lo que queramos, si acepta el acreedor. Pero el euro tiene eso que llaman el 'poder liberador obligatorio' es decir que nadie se puede negar a aceptar euros en pago de nuestras deudas. Y esto funciona en todos os países de la Unión Monetaria


Pero eso no quiere decir que sea moneda única en sentido estricto. En EEUU, por ejemplo, un dólar vale lo mismo en Nueva York que en Los Angeles, en Miami y que en Dallas. Un americano que quiera dólares los compra al mismo precio en cualquier parte de EEUU. El precio es, obviamente, el tipo de interés que tiene que pagar por su dinero. Pues en nuestra Unión Monetaria eso no sucede: un español paga un interés cinco veces superior al que tiene que pagar un alemán por el mismo euro. Y el Italiano, por ejemplo, se sitúa entre ambos. A todos los suecos, a todos los ingleses y a todos los daneses les cuesta lo mismo su dinero, pagan por sus monedas el mismo tipo de interés en cualquier parte de sus respectivos territorios. Nosotros, los europeos integrados en la Unión Monetaria, no. ¿Por qué? Por el defecto estructural básico de creación de esa Unión Monetaria, que se hizo mal y que se se somete a parches constantes tratando de reparar el desperfecto original.


Y esto que digo tiene enorme importancia. Basta con pensar que un empresario español tiene dificultades para que le financien nuestros bancos sus proyectos, y si consigue el dinero pagará un tipo de interés muy alto. El alemán, por ejemplo, no tiene problemas para encontrar financiación bancaria y, además, paga mucho menos que el español. Así que nosotros ya vamos lastrados al territorio de la competencia por ese capitulo vital que es el coste financiero del dinero. En estos días no tener financiación o tenerla más cara que otro es una desventaja sustancia Pues esto nos ocurre a los españoles, lo sepamos o no. Pocos lo entienden bien, pero todos lo sufren, porque se entienda o no, se comprenda o se ignore, la realidad está ahí, mirándonos con su ojo implacable. Por eso si entendemos que no tenemos una Moneda Única en sentido estricto comenzaremos a comprender algunas cosas. Entre ellas esta: ¿quién ha sido el gran beneficiario del euro?, ¿por qué? En el próximo artículo.

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