Opinión

ESO NO FUE UN VERDADERO DEBATE SOBRE LA NACIÓN ESPAÑOLA

El llamado debate sobre el estado de la Nación no ha interesado mas que a un porcentaje mínimo de españoles, a juzgar por la audiencia televisiva, que no alcanzó ni siquiera un ridículo 3 por 100. Sin embargo, el 100 por 100 de la clase política estuvo atento a su desarrollo y resultado, que fue presentado ante la opinión de la manera mas absurda: victoria de Rajoy sobre Rubalcaba, como si eso fuera importante. Seamos claros: Rubalcaba es un líder imposible para el PSOE. Si en el último congreso hubiera triunfado Chacón quizás las cosas habrían sido diferentes, pero es evidente que un hombre que ha estado en los gobiernos de González, en responsabilidades cruciales, y que ha sido Vicepresidente del nunca olvidado Zapatero, no puede evitar que en cualquier asunto que plantee como líder de la oposición le recuerden sus acciones/inacciones del pasado. Y no inventos ni descalificaciones verbales, sino hechos contundentes. Por ejemplo: ante el miserable asunto del espionaje a personas privadas manifiesta Rubalcaba repugnancia. Problema: ¿dónde estaba usted cuando Narcís Serra tomaba dinero de fondos reservados, los entregaba a un director de la Guardia Civil para que los ingresara en una cuenta en Suiza y desde ella pagar los servicios de una entidad americana, Kroll Associates, para que espiara la vida de un ciudadano español privado? Pide independencia de la Justicia, pero ¿quién se encargó de corromper a jueces para que dictaran las sentencias que imponía el poder?


Eso no fue un debate del estado de la Nación sino un falso debate entre miembros de la clase política, con los correspondientes insultos y la bochornosa apelación al tu más, como cuando Rajoy dijo que el PP no ha sido condenado por financiación ilegal. Es verdad, pero ¿acaso nunca se financió irregularmente? Por favor, no provocar mas irritación, que las cosas se saben. No hay que forzar la buena fe de algunas personas que, aun viendo lo que ven, siguen teniendo sentido del Estado.


¿Sobre qué nación se debatió? ¿Acaso no estamos viviendo uno de los momentos peores de la existencia de la nación española? Me habría gustado que el presidente del Gobierno hubiera dado respuesta contundente y clara a qué piensa hacer con el planteamiento secesionista del Parlamento Catalán. Decir eso de que pierden el tiempo y caminan al abismo está bien para periodistas de salón, pero un gobernante ante un ataque a la unidad de la nación española, al articulo segundo de la Constitución, no puede ni ignorarlo ni contestar con banalidades como esas. Los españoles quieren tener claro qué va a hacer el gobierno. Pero, claro, el presidente ya dijo eso de que a veces la mejor decisión es no decidir nada. Pues si eso es lo bueno, ¿para qué necesitamos un gobierno y una clase política? ¿Para que no decidan nada? No debatió la nación sino debatieron dos personas, porque ¿acaso los diputados de uno y otro partido pueden siquiera discrepar de sus jefes? ¿No es verdad que si discrepan se les quita de las listas? ¿De qué vivirían entonces muchos de ellos que nada han demostrado en la vida civil? ¿Del tráfico de influencias, como se demuestra en algunos casos? ¿Cómo van a debatir sobre el estado de la nación española quienes jamás han tenido oficio en la vida civil, ni han pagado nóminas, ni han creado riqueza, ni han sido auténticos médicos, abogados, arquitectos, taxistas o corredores de seguros, por poner ejemplos? Mientras sigan cavando foso entre la sociedad civil y la clase política las cosas no se solucionarán.


Seamos claros: no tenemos un proyecto definido de nación española, de la empresa España. No tenemos una idea de qué podemos/debemos hacer en industria, agricultura, servicios, cual debe ser nuestra posición ante la abrumadora hegemonía de los alemanes en Europa, no sabemos si nos gobiernan para nosotros o para los acreedores de España, no sabemos si aplaudir o criticar la postura inglesa sobre el estado-nación, no sabemos vivir como Suecia, Dinamarca, Noruega, que no sufren las consecuencias indeseadas del euro, no sabemos si tendremos monarquía o república, no sabemos si nos van a seguir quitando empresas los países de América que antes decían ser hermanos, en fin, que no sabemos bien ni donde estamos ni a donde vamos. Parece que navegamos de oído a golpe de conveniencias del momento.


Estamos ante un fin de ciclo. El modelo partitocrático hegemónico ha colapsado. Necesitamos un nuevo marco de convivencia en el que la sociedad civil tenga su presencia directa en los órganos del Estado, que esto no sea una democracia de partidos sino de ciudadanos, que dejemos de buscar soluciones asamblearias para predicar soluciones inteligentes, que dejemos de promocionar a la mediocridad para potenciar la creatividad, que valoremos a las personas por lo que hacen y no por lo que dicen, que los políticos no sean una casta aparte sino que todos nos ocupemos de lo nuestro. Necesitamos abrir un debate sobre nuestro modelo de futuro. Y cuanto antes, que la irritación social aumenta de modo exponencial.

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