Opinión

OTRA VEZ EN LA CUERDA FLOJA

Desde luego no se puede negar que allá por donde pasa despierta pasiones. En la mayoría de los casos con la misma simpatía que sembraba Atila, el rey de los hunos. Y es que pocos políticos han sabido granjearse la antipatía de propios y extraños con tanta vehemencia.


Primero fue su intento de imponer una confesión religiosa como si de una asignatura obligatoria se tratara, pretendiendo pasarse la libertad religiosa y la Carta Magna por el arco del triunfo. Luego tocó el turno de las becas y la nota de corte, propuesta que para impedir que se le echaran encima apaciguó anunciando que el ministerio del que es titular incrementaría en una cuantiosa dotación al fondo de ayuda al estudio, consciente de que no era más que una artera artimaña populista, de las que con la boca grande decía 'te doy' mientras entre dientes sabía a la perfección que al dificultar el acceso a las bolsas de estudios, su gabinete reducirá el gasto de dotaciones a la cuarta parte que ahora.


Después del desplante de los mejores estudiantes, que en plena entrega de los premios extraordinarios le llamaron al orden, por no decir que lo ignoraron, llega la hora del Festival de Cine de San Sebastián, donde el flamante premio nacional de Cinematografía, Juan Antonio Bayona, lo puso directamente al caldo. Lo magnífico de Wert, hombre público singular que ha parido la política patria y de quien dicen los que lo conocen que es hombre inteligente, es que, como en el caso de las becas, vuelve a meter la mano en la chistera para sacarse de la manga una asignatura que se llamará 'Cultura artística, visual y audiovisual', con la intención presunta de contentar a la clase artística pero crítica del país, con el dudoso resultado de acabar liando a unos alumnos que ya bastante enfangados están con asignaturas confusas como la de educación para la ciudadanía o su sustituto. Pero a diferencia del ilusionista que con estilo y elegancia extrae del sombrero el conejo para satisfacción y aplauso del público, el ministro hurga groseramente en el sombrero de copa para ir hiriendo las sensibilidades de todos en un pobre intento de acallar las descalificaciones.


En lugar de cargar a los estudiantes de más asignaturas inverosímiles, el titular de Educación debería dar un buen repaso al catálogo disponible y, antes de hacer absurdas propuestas educativas, solucionar los viejos conflictos, como aprobar de una vez el bachillerato artístico. ¿O es que el ministro no sabe que para asignaturas artísticas ya existen los conservatorios de música, los de danza, las escuelas de bellas artes y las academias de cinematografía, obligando a los alumnos al doble esfuerzo de cursar simultáneamente el bachillerato?

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