Opinión

POLÍTICO

Político nuestro que estás en el cielo, santificado no sea tu cargo, venga a nosotros tu chollo y no se haga tu voluntad en esta tierra ni en la de ningún pueblo. Seguiría con la oración si no fuera porque me he dado cuenta a tiempo. Que el político no es Dios aunque muchas veces se lo crea y nos lo quiera hacer creer al resto, bien por propia vanidad, motu propio, o kafkiana metamorfosis, bien porque le inocule ese virus la mentira pelotera del asesor compañero de fiestas y verbenas. El político tendrá mucho poder, me refiero al que tiene en su universo paralelo o mundo kitsch, ideal estético donde la mierda se niega comportándose como si no existiera, pese a que si eso fuera así no habría wáteres con puerta (que diría Kundera), pero realmente da pena observarlo desde una escalera de subir argamasa, allá abajo, perdido, dando órdenes dispersas que si se atienden supondría el venirse abajo la propia escalera y hasta la casa en construcción; así pasa, verdadera y desgraciadamente, demasiadas veces, por culpa de la obediencia ciega al pequeño dictador de norma insensata y contraria al interés colectivo.


Por lo anterior, y mucho más, cada día lo respeta menos 'la peña', casi ni la madre que lo parió. Porque él forma parte de un entramado de intereses, secta, casta, tribu, grupo, que se ha querido separar del resto por pura conveniencia; quizás para dejar atrás una vida ?generalmente- triste, tediosa y sin pasión, que lo acompañó desde que fue a la escuela y a su paso por la universidad sin mano de persona querida que coger y que, además, cogió su alter ego compañero. ¡Ah, que me estoy pasando! Bueno, es simple metáfora de una retórica que me trae a la cabeza su ejemplo, y hablo en general del prototipo de político con poder, que, por supuesto, también admite excepciones o casos raros.


Sí, sé que él era igual que los demás, con más o menos vicios, virtudes, ocios y estudios variados e indistintos; pero de aquello que nos unía entonces a ahora que es político, ha pasado sueldo bueno, privilegio grande y un poder plenipotenciario para colocar a quien le viene en gana, y por encima bajo una apariencia falsa democrática que toca cualquier moral y los cojines de cualquiera. El pretérito perfecto no es presente, y ahora ya no es el que era, entre otras cosas porque ha olvidado sus orígenes, protestas y cartas como ésta que él mismo escribiría entonces, donde recriminaba a otros lo que ahora ya no leerá en este expongo.


Por eso hay que decirle que el país está por los suelos y la confianza se escapa por las cañerías de aguas sucias, entre otras cosas, por culpa de su dedicación a favor de ganarse la vida a costa de los otros y en corto espacio de tiempo; bueno, alguno, como mejor profesional de la engañifa, dura en él toda su vida. Que lo entiendan de una vez. Que nadie puede estar en un puesto político como si le tocara la lotería, o por herencia monárquica, para uso y disfrute propio, porque el cargo político lo es para tratar de mejorar el orden social y la vida de los vecinos, que no solo la suya, de los suyos y la tía o cía. A ver si de una vez se hacen listas más listas, y se van de una vez de la política los sinvergüenzas que nos vacilan con sus ordenadores vaciados y los echados por falsos EREs que buscan aforamientos para salir de rositas. Indignante pero cierto.

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