Opinión

BIENVENIDO, DON LEONARDO

Hoy sábado será, sin lugar a dudas, un día señalado en la historia de la diócesis de Ourense y ello porque recibimos, con los brazos abiertos y tras una dilatada espera, a nuestro nuevo obispo. Se trata, como ya sabrán, de Don José Leonardo Lemos Montanet, hasta la fecha canónigo secretario de la Catedral de Santiago, archidiócesis en la que ha vivido su sacerdocio y en la que ha desempeñado diversas responsabilidades pastorales y docentes. Con su ordenación episcopal y su posterior toma de posesión, concluye el período en el que la sede ourensana ha permanecido vacante, aguardando al pastor que ahora llega.


Es de hacer notar que Don Leonardo haya escogido como lema para su ministerio episcopal el 'Omnia in Caritate' que ya luciera en su escudo el ourensano cardenal Quiroga Palacios. Se trata de una máxima recogida de una Carta de San Pablo que bien podríamos traducir por 'todo en caridad' o, si se prefiere, por 'todas las cosas con amor'. Un lema que, a buen seguro, honrará Don Leonardo en su día y a día y con el que ha querido subrayar algunas de las prioridades de su mandato episcopal.


De entre ellas, hoy querría destacar la preocupación del nuevo obispo por los más pobres y desvalidos, patente ya en su primera comparecencia pública tras su elección. En aquella ocasión y en diversas manifestaciones posteriores, Don Leonardo se ha referido a quienes más sufren y ha llegado a mencionar expresamente la dramática situación de quienes han perdido su empleo, o la de quienes lo buscan y no lo encuentran o, yendo incluso más allá, la de quienes tienen un 'trabajo basura' con una nómina 'exigua y miserable'.


Vivimos unos tiempos difíciles en un mundo convulso que no es el que fue ni el que será. Parafraseando a Dickens, podríamos decir que vivimos en 'la época de las creencias y de la incredulidad', en 'la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación'. Y es evidente que Don Leonardo es perfectamente consciente de todo ello y que, aun teniendo su esperanza puesta en el Cielo, tiene los pies firmemente asentados sobre la tierra. Sobre esta tierra ourensana donde es bienvenido y a la que ha sido llamado para anunciar el Evangelio y para ser, siguiendo la invitación de San Josemaría, otro Cristo.

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