Opinión

Leer o no leer

Hace unos días regresaba a mi casa y, como de costumbre, tomé el autobús. Iba ojeando el periódico cuando un señor que iba a mi lado pareció interesarse por alguna noticia. Yo seguía leyendo mientras mi compañero de viaje hacía lo propio.

Yo acababa de leer la noticia que me interesaba, pero, por lo visto, el señor no había concluido todavía, y decidí leerme nuevamente la misma noticia.

El autobús llegó al sitio donde debía apearme y mi “escolta” seguía sin acabar de leer, por lo que decidí bajarme en la parada siguiente. Así lo hice y bajé del autobús con el periódico desplegado, ya que mi “acompañante” seguía enfrascado en la lectura como en el primer momento, sin apartar la vista del periódico.

Llegué a la puerta de mi casa y entré. Él, como hipnotizado por aquel periódico, entró conmigo. Pasamos al comedor. Cené y me dirigí a mi cuarto siempre con el periódico desplegado, y seguido por el lector impertinente.

Coloqué el periódico encima de la cama y empecé a desnudarme. Disimuladamente, dejé un pijama encima de la cama que el lector empedernido se puso sin dejar de leer ni un solo momento. Yo me quedé dormido. Cuando desperté era ya de día y allí seguía el hombre a los pies de la cama con la mirada fija en el periódico, diciendo: “¡Io non capisco niente lo que diche este papello, mamma mia!”

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