Opinión

Campaña envenenada

El gobierno anuncia la creación de 600 mil puestos de trabajo en los dos próximos años, pero de lo que se habla en los círculos políticos es del encontronazo entre las dos Sorayas y del “en mi puta vida…” de la vicepresidente, que tras la diatriba de la portavoz parlamentaria del PSOE no ocultaba su indignación, y sobre todo su tristeza, en los pasillos del Congreso de los Diputados.

Rodríguez ha echado aún más leña al fuego al recriminar a Sáenz de Santamaría por decir “tacos”, y Arias Cañete anuncia que cuando termine la campaña electoral estudiará si presentar una demanda a la portavoz. Tanto el exministro como la vicepresidenta niegan tajantemente que hayan recibido sobre del partido en negro, en B, y desde luego no figuran en las listas de Bárcenas que, hoy ya nadie niega, el ex tesorero “arregló” a conveniencia antes de filtrarlas directamente o a través de intermediarios a distintos medios de comunicación.

A nadie gusta que se ponga en cuestión su honradez, y menos aún que se haga en sede parlamentaria donde los diputados que acusan están amparados por una inmunidad que desde luego no debería servir para acusar de no se sabe qué cosas sin una sola prueba, como ha hecho Soraya Rodríguez, que decía después que lo de los sobresueldos en negro lo había leído “en algún sitio de internet”, lo que demuestra el escaso rigor que se gasta la portavoz socialista. Se ha iniciado la campaña europea, o la ha iniciado Rodríguez, con el exabrupto como bandera, algo impropio de un partido que ha tenido responsabilidades de gobierno, que aspira a tenerlas de nuevo, y que conoce perfectamente la importancia de unas elecciones europeas a las que se hace flaco servicio con una campaña envenenada por los insultos, las descalificaciones personales, las acusaciones sin pruebas y las gesticulaciones barriobajeras.

Ni la clase política merece este tipo de estrategia para conseguir votos, porque lo único que se consigue es el descrédito generalizado de una clase que, con excepciones que deterioran gravemente su imagen, se dedica a trabajar por el bien del país, ni tampoco lo merecen los ciudadanos que necesitan confiar en las personas que han elegido para que efectivamente trabajen por el bien del país desde diferentes posiciones ideológicas.

Que hay corrupción es un hecho evidente, y los jueces están investigando los excesivos casos que indignan a todo el mundo. Pero que desde el hemiciclo de una cámara parlamentaria alguien levante la voz para lanzar acusaciones de gravedad extrema contra su contrincante, no es de recibo. Si Rodríguez tiene pruebas de que Sáenz de Santamaría ha cobrado en negro, que presente la denuncia correspondiente en un juzgado. Lo otro, tirar la piedra y esconder la mano es de cobardes o de políticos que no tienen nada mejor que hacer.

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