Opinión

El debate de lo que no se debate

Se ha convertido en lo que no es, un debate sobre monarquía o república. Sin embargo, de ninguna manera es lo que pretende la izquierda, o cierta izquierda, un análisis sobre la forma de Estado. Hasta tal punto se ha engañado sobre el fondo de lo que se decide este miércoles en el Congreso de los Diputados que, de ganar el “no” como propugnan los republicanos, eso significaría que Don Juan Carlos debe continuar al frente de la Jefatura del Estado, porque el Parlamento no acepta su abdicación. Situación que no va a producirse porque el proyecto cuenta con el respaldo del PP y su mayoría absoluta, y con la decisión de Rubalcaba de exigir a su grupo que apoyen el proyecto de abdicación.

Una controversia que ha incrementado las tensiones que vive el Psoe desde hace meses, incrementadas ahora con el anuncio de Susana Díaz de que no optará a la secretaría general, lo que ha provocado inquietud porque existe la sensación bastante más generalizada de lo que le gustaría a Rubalcaba, de que Madina no es el hombre que necesita el partido en este momento.

Y es también una controversia que ha provocado crisis en CiU, aunque han sido tantas las veces que Durán i Lleida ha expresado discrepancias con los sucesivos dirigentes de CDC que es difícil adivinar si esta vez va en serio al marcar distancias con Mas por el asunto del debate sobre la abdicación.

Causa tristeza y decepción la instrumentalización del debate de abdicación, y que desde la izquierda más radical y más inculta se haya simplificado el análisis hasta el punto de identificar república con democracia y monarquía con dictadura. Afortunadamente hay gente en la izquierda culta y con sentido común, pero se les escucha poco estos días; y serían ellos los que deberían insistir primero en que no estamos ahora en un debate sobre la forma de Estado, que se planteará cuando se aborde la reforma constitucional, e insistir también en que hay países absolutamente democráticos que son monarquías, como Reino Unido, Holanda, Bélgica o los países nórdicos europeos, por citar unos pocos, y repúblicas de régimen dictatorial como Cuba, Corea del Norte o China, por mencionar solo unos pocos ejemplos. Son los jefes de Estado, los gobiernos, los parlamentos, las leyes y las constituciones los que definen y miden el nivel de democracia. Importantes socialistas españoles, republicanos, colaboraron la dictadura de Primo de Rivera como mal menor a una España monárquica y convulsa.

Este miércoles el Parlamento debe aprobar la decisión del rey de abdicar en su hijo Felipe. Punto. Lo demás es tergiversar el sentido de un trámite parlamentario importante pero que de ninguna manera pone en cuestión la forma de Estado.

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