Opinión

Fútbol

Muere Di Stefano y Alemania mete 7 goles a Brasil en la semifinal del Mundial. Muere el hombre del que el rey comenta en su capilla ardiente que convirtió el fútbol en arte, y la selección alemana deja fuera del mapa a la selección favorita, la anfitriona del Mundial, la que desparrama sus jugadores por los equipos más potentes del mundo porque tienen fama de ser los mejores.

En Brasil, el resultado del partido contra Alemania, una humillación en comentario generalizado, ha provocado violencia, heridos y sobre todo desgarro emocional. Incluso puede haber consecuencias políticas. En Madrid, las colas interminables en el Bernabeu de seguidores y no seguidores del Real Madrid que querían rendir homenaje al que consideran el mejor futbolista de todos los tiempos, coincidía con la de las autoridades políticas, deportivas, sociales y culturales que acudían a dar el pésame a la familia de Di Stefano y a la directiva del equipo madrileño.

No importa, o importa poco, el rifirrafe vivido en el Congreso de los Diputados con el plante de toda la oposición a aprobar de forma casi inmediata las medidas económicas y sociales del gobierno que afectan a una veintena de leyes. Los portavoces ni siquiera entraron en la bondad o perversidad de la propuesta, lo que les irritó fue que pretendiera aplicar la mayoría absoluta sin siquiera debatir las propuestas en tiempo y forma. Tampoco importa, o importa poco, cómo va la lucha entre Madina y Sánchez –y Tapias también- por conseguir los votos necesarios que les convertirían en secretario general del Psoe. Y no importa, o importa poco, el desastre de Gowex y sus consecuencias no solo económicas sino también sobre el funcionamiento interno del Mercado Alternativo Bursátil.

Todo queda en segundo plano, o aún más atrás, ante importantes noticias del mundo del fútbol. Nada menos que la muerte de un mito y nada menos que la eliminación de la selección de Brasil. Incluso los que no son aficionados a ese deporte que mueve masas y millones de euros y dólares, pero sobre todo mueve sentimientos,  reconocen –reconocemos- que ante el fútbol cualquier otra información, cualquier otro acontecimiento, queda oscurecido, incluso apagado. El fútbol es pasión. Para millones de personas es lo único que les hace vibrar, sentir, sentirse parte de un equipo, de un grupo; gracias al fútbol se relacionan con los demás o se relacionan más con los demás. El fútbol  llena sus momentos vacíos, el fútbol es su principal medio de comunicación.

El fútbol, con perdón de Hollywood, ha dado y da los nombres más grandes, es un negocio de cifras inconmensurables, puede provocar estallidos sociales, esperanzas únicas en países de miseria o desánimos generalizados que afectan a los resultados económicos  de sectores que se creían ajenos a los acontecimientos  deportivos. No se puede infravalorar un deporte que mueve el mundo.

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