Opinión

No era un debate

Lo habían advertido los tres de antemano, no era un debate, sino una exposición de sus respectivos proyectos, por eso nadie se podía llamar a engaño. Somos compañeros de un mismo partido, dijeron días atrás Tapias, Sánchez y Madina, y así aparecieron, con un talante ejemplar, una caballerosidad hacia los adversarios que los británicos calificarían de fair play y ni una palabra más alta que otra. Tapias parecía el más suelto de los tres, quizá porque ha asumido que los otros dos son favoritos; Madina sudaba tanto que era difícil creer que se sentía tranquilo ante el futuro incierto, y Sánchez  pecó en alguna ocasión de excesivo dominio de la escena: ni un fallo, ni una palabra desacertada, cuando lo que humaniza es la imperfección, el error.

El futuro del PSOE se juega esta semana y por mucho que se haya puesto tanto acento en el debate que no era tal, el voto de los militantes estaba en su gran parte decidido de antemano. Quizá ver a los tres juntos expresando tanto entusiasmo hacia la historia de su partido y lo que aún puede hacer ese partido por una España mejor puede inducir a los reticentes a acercarse a las urnas, pero pocos socialistas pueden decir que no han tenido oportunidad de cambiar impresiones con quienes aspiran a  dirigir el PSOE en los próximos años. Tanto Tapias como Sánchez y Madina llevan semanas pateándose el país de arriba abajo, sobre todo Sánchez que decidió hace meses ser candidato a la secretaría general, mucho antes del fiasco europeo y de que Rubalcaba convocara un congreso extraordinario. La cosa está entre los dos más jóvenes, pero si Tapias se encuentra en desventaja no es por una cuestión de edad, sino porque defiende Izquierda Socialista y esa corriente hace tiempo que vive una franca decadencia dentro del PSOE .

Tanto Madina como Sánchez tienen gancho, aunque a Madina se le ve más distante; pero en cambio conoce mejor el partido. Los dos han prometido convocar primarias para elegir al candidato a la presidencia de gobierno y Madina ha adelantado que no se presentaría si no lograba la secretaría general. Se movieron en la ambigüedad cuando se les preguntó si promoverían una reforma constitucional para que España fuera una república, no da la impresión de que esa sea una prioridad,  y coincidieron en ser implacables en la lucha contra la corrupción.

Es importante que los socialistas acierten en su elección y  el nuevo secretario general sea un hombre sólido, con principios, con sentido de Estado, que no se amilane ante las dificultades y no tenga complejos en llegar a acuerdos con el PP en las cuestiones vitales. Como es importante que el máximo responsable del PP tampoco tenga complejo en acordar esas mismas cuestiones con el PSOE. Nos jugamos todos  mucho si estos dos partidos no están en las mejores manos.

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