Opinión

PANAMÁ PAPERS

H a habido un traidor en las cercanías del despacho panameño Mossack Fonseca, pero ha habido sobre todo un trabajo ingente de un centenar de periodistas de varios países, entre ellos profesionales españoles del Confidencial y La Sexta, que han analizado con lupa durante muchos meses los más de un millón de documentos que demuestran que ese despacho había creado docenas de miles de sociedades opacas por encargo de otras tantas miles de personas de todo el mundo, que querían aliviar la presión fiscal de sus países de residencia, y sobre todo ocultar la cuantía de su fortuna.

Entre los clientes del bufete panameño se encuentran algunos importantes jefes de Estado y gobierno, entre los que destacan Putin a través de testaferros muy próximos, reyes y emires árabes, el primer ministro de Islandia y familiares directos del presidente chino. Pero lo que provoca conmoción en nuestro país, como no podía ser menos, es que entre los que crearon sociedades en Panamá se encuentra doña Pilar de Borbón, el cineasta Almodóvar -que solo la mantuvo cuatro años-, Messi o la Real Sociedad. Y saldrán a la luz muchos más nombres en los próximos días. Algunos que ya han tenido que vérselas con la Agencia Tributaria, y cuentan quienes han tenido acceso a los “Panamá Papers” que aparecerán también varios vinculados al Ibex 35.

Desde la Agencia Tributaria ya han adelantado que siguen de cerca la información, seguirán también de cerca lo que se publique en los siguientes capítulos, y analizarán la situación en que se encuentran, tributariamente hablando, todos y cada una de las personas y sociedades que acudieron a los servicios de Mossack Fonseca. Con una advertencia: si han cometido fraude, tendrán que pagar el 150 por ciento de lo que les correspondería tributar. De los nombres conocidos hasta ahora, la mayoría alegan que se trataba de sociedades absolutamente legales, y que se encuentran en paz con la Agencia Tributaria.

Será la AEAT la que diga la última palabra, de momento la oposición ya quiere que Montoro informe sobre las investigaciones que lleva a cabo su departamento. Pero aunque su actividad haya sido legal, el componente ético no puede quedar al margen.

Pagar a Hacienda es una obligación ineludible, y por qué no decirlo, insoportable. Siempre quiere más, siempre exige más, aprieta y ahoga. El único consuelo es que con ese dinero que tanto cuesta pagar, se costean los servicios de todo el país, las infraestructuras, la educación, la sanidad, la seguridad, la defensa, la administración de la Justicia y todo aquello que los ciudadanos reciben como prestaciones indispensables para vivir.

Defraudar a Hacienda a través de empresas off shore creadas especialmente para pagar menos impuestos puede ser un ejemplo de picardía, incluso habrá quien piense que tiene gracia. Pero dice muy poco de quienes utilizan esos subterfugios: no tienen un ápice de solidaridad, aunque a algunos esa palabra no se les va de la boca.
 

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